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Todos se levantaron, y Hullin, entrando en la cocina, dirigió a los guerrilleros esta sencilla alocución: Amigos míos, acabamos de decidir que se lleve la resistencia hasta lo último.

Anduvo por los campos en calidad de sublevado días y días, hasta que se le rompieron los zapatos y emigró con otra porción de ilusos, como los llamaba en una alocución el Capitán general de Valencia. Y tanto corrió, que no paró hasta Italia.

Tan vehemente encontró el pueblo la alocución del joven ministro, que todos creyeron que Ester pronunciaría el nombre del culpado, ó que bien éste mismo, por elevada ó humilde que fuera su posición, se presentaría movido de interno é irresistible impulso y subiría al tablado donde estaba la infeliz mujer. Ester movió la cabeza en sentido negativo.

¿Qué hay? dijo éste acercándose é interrumpiendo una patriótica y barberil alocución que había comenzado. Que vaya usted en seguida á sangrar á don Liborio que está muy malito. Demonio de enfermo: mañana le sangraré. No puede esperar: vaya usted pronto exclamó el criado. Señores, ¿qué hago? preguntó el barbero á sus amigos. No vayas, Calleja: que se sangre él solo.

La luz se apagaba en el cielo; pero el canónigo peroraba cada vez más exaltado, como si ensayase, en la soledad del camino, la alocución solemne que intentara pronunciar en alguna asamblea. Algunos dicen que la expulsión de los moriscos traería la ruina de España.

Entonces el pollo del pelo por la frente dirigió a la asamblea la siguiente alocución: Señores, yo creo que ya es hora de que escuchemos a la gran artista... Todos esperamos con impaciencia que María nos proporcione... uno de esos momentos felices..., que otras veces nos ha proporcionado..., ¿verdad? Eso es: que cante María. , cantará, porque es muy amable.

La edición extraordinaria de la Gaceta Oficial, que inserta la Alocución del señor Presidente, es repartida profusamente y circula mucho entre todos los elementos. San Luis, Oriente, mayo 30, á las 2 y 10 tarde. En este momento regreso del ingenio "Hatillo", en las inmediaciones del cual se ha librado en las primeras horas de la mañana de hoy un sangriento combate.

En aquel mismo momento, don Carlos de Borbón, el pretendiente, llegaba rodeado de un Estado Mayor de generales carlistas y de algunos vendeanos franceses. Se leyó una alocución patriótica, y después don Carlos, repitiendo el final de la alocución, exclamó: Hoy dos de Mayo. ¡Día de fiesta nasional! ¡Abaco el extranquero! El extranquero era Amadeo de Saboya.

Representaba él a don Fernando, el primer duque de Sandoval, fundador de la grandeza de su casa, en traje de gran maestre de la orden de Calatrava... Y, por súbita y peregrina ocurrencia, Pablo dirigió mentalmente a don Fernando, esta breve, pero sentida alocución: Ya ves. Llevo por ti, ¡oh mi glorioso abuelo! una vida lánguida y aburrida, una verdadera vida de sacrificio.

A más de esta corona, se adorna un bastón de mando, cuyos objetos una vez terminados, guarda bajo llave la Tenientela. Mientras las babais se ocupan en el adorno de la corona, el capitán, rodeado de todo el pueblo oficial, dirige una alocución en la que desarrolla su futura forma de gobierno. Después de esto, lee el tadhana, ó sea el bando.