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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Afortunadamente, después del curso con don Gregorio Azurmendi, que nos explicaba matemáticas vestido de frac y corbata blanca, llegaron las vacaciones de verano. Yo no podía hacer grandes escapadas, porque estaba vigilado; pero algunas veces me fui a pescar chipirones y jibias con un pescador, fuera de las puntas. Mi madre se alarmaba tanto, que me quitaba todos los alientos.

Poco á poco llegó á advertir en los alientos propios de su capacidad social y financiera; se tocaba, y el sonido le advertía que era propietario y rentista. Pero la vanidad no le cegó nunca. Hombre de composición homogénea, compacta y dura, no podía incurrir en la tontería de estirar el pie más del largo de la sábana.

No estaban solos; había con ellos una vieja decrépita, cubierta la cabeza con la blanca toca de las caseras vascongadas, esforzándose por cargar en sus hombros, ayudada de los novicios, un pesado haz de leña que había puesto en el suelo para tomar alientos un instante y descansar.

Nuestros corazones, que palpitaban tristemente, rebosaban de pena y dolor, sin alientos para poder pronunciar las más simples palabras. Una barrera insuperable se había interpuesto entre nosotros; ambos estábamos abatidos y enfermos de pesar. El pasado, lleno de esperanzas, había terminado; teníamos por delante el porvenir sombrío, melancólico y desesperante.

Será por exceso de precaución díjele, comprendiendo su náutica alegoría y deseando darle alientos. ¡Qué precaución ni qué ... tiña! me replicó muy fosco! Soy ya casco viejo, vengo desarbolao, el puerto es obscuro y la barra angosta...; ¿para cuándo es el práctico, si no es para ahora mesmo? Tiene usted razón le dije, viéndole tan sereno. En estos trances se prueba el temple del espíritu.

Llevábala con paciencia, pero no sin cansancio. ¿Consistiría esto en que sus propios males la hacían más insensible para los ajenos, o en que, robándole los alientos del espíritu, agostaban el campo de sus ilusiones y vanidades, e imprimían nuevo y más sosegado ritmo a los impulsos de su corazón?

Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comencé a pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor. Después de todo, aquí nadie me conoce me iba repitiendo a cada instante, a fin de comunicarme alientos para seguir paseando. Además, yo no tengo nada que hacer ahora; y lo mismo da vagar por un lado que por otro.

Pero necesitaba este desahoguillo en vísperas de trance tan nuevo. Aunque una está tranquila de conciencia, gusta recibir los alientos de tan buenas amigas como . ¡Valiente pieza estás! respondió ésta riéndosele muy cerquita de la cara.

Soy tardo en recoger las provocaciones, pero una vez resuelto á obtener reparación la exijo mientras me quedan fuerzas y alientos. Ma foi, pues bien pocos os quedan ya, exclamó Germán bruscamente. Estáis blanco como la cera. Seguid mi consejo y dad por terminada la cuestión, que no os podéis quejar del resultado. No, insistió Roger.

De inmenso amor arrobadores cuentos nos relataba el río: aún palpitaban del ardiente estío en las fugaces auras los alientos. Con cántiga amorosa, daba su adiós al espirante día la alondra melodiosa: bajo inmenso dosel color de rosa Héspero, rutilante, sonreía.

Palabra del Dia

hociquea

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