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Actualizado: 22 de junio de 2025


Fue también el escudero quien le contó por primera vez, ante la Puerta de la Mala Ventura, la historia de los sesenta rehenes de Avila, cuyas cabezas hizo hervir en aceite el Rey Alfonso el Batallador; así como el arrogante sacrificio de Blasco Ximeno, que fuese a retar, a su propio campo, al Rey alevoso y perjuro.

Según esta, susurrábase que cierto personaje de gran importancia, retirado algún tiempo de la política, volvía de nuevo a la arena del combate, seguido de numerosa mesnada y enarbolando en su robusta mano, con honrada independencia, la bandera de Alfonso XII.

El otro le había negado la obediencia, le había depuesto en Avila con cruel e infamante ceremonia, y reconocía como soberano al príncipe D. Alfonso, hermano menor del rey. El reino de Córdoba ardía en disensiones, como todo el resto del país.

Mi hijo Alfonso también pertenece a este distinguido cuerpo, y está muy satisfecho de haber ingresado en el ejército; yo también estoy muy contenta: al menos está ocupado en algo. Cuando no presta servicio en las Tullerías, permanece en Beauvais, y dice que pronto vendrá a pasar con nosotros el correspondiente semestre de licencia.

Delahante, sobre todo, y a pesar de la diferencia de edades, ella me ha tomado como a su segunda madre; la quiero como si fuera mi hija. Domingo, 16 de julio de 1820. Hoy he sufrido mucho: unas mujeres del pueblo dicen que han oído decir, que los periódicos hablan del asesinato de Alfonso, en la carretera de Roma a Florencia.

Buenos chicos, ¿eh? dijo Elías, riéndose como deben reír los brujos en el aquelarre. El sobrino no contestó, contentándose con encomendar mentalmente á Dios á su buen amigo Alfonso Núñez. ¡Tengo un plan!... añadió el fanático con cierta satisfacción de mismo, plan soberbio. Si supieras, Lázaro. Pero eres muy tonto y no puedes comprender esto. Son buenos chicos esos que te he dicho, ¿no?

las exageraciones liberticidas de la demagogia roja y de la demagogia blanca como si las estuviera mirando pintadas en la pared de enfrente; el ex-subsecretario de Gobernación, Zalamero, leía clarito en el porvenir el nombre del Rey Alfonso, y el concejal decía que el alfonsismo estaba aún en la nebulosa de lo desconocido.

Comprendieron todos, y Butrón el primero, a qué carta aludía Currita, y exclamaron en coro general, que dejaba sobresalir bastante las sordas notas de la envidia: ¿Te ha escrito la reina?... replicó Currita ; me escribe invitándome para la primera comunión del príncipe Alfonso en Roma...

El príncipe fue justo, y contestó inmediatamente haciéndose cargo de esta exigencia de honor, desde el momento en que la publicidad hecha en los periódicos liberales, había colocado a mi hijo en una situación tan especial. El párrafo apareció según Alfonso lo escribiera al principio.

Nos tienen arruinados. Alfonso está en Milly, en donde hay igualmente unos trescientos hombres; cuatro oficiales se alojan en la casa con sus caballos y sus asistentes. Se están temiendo siempre nuevas batallas; sin embargo, creo que se irán alejando de estos contornos, porque las tropas francesas se encuentran junto a Villafranca, y los austriacos entre esta ciudad y sus cercanías.

Palabra del Dia

vorsado

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