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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Son cinco los que escalé, por trapicheos con otras tantas novicias y monjas. ¡Ay, señor D. Diego de mi alma! El recuerdo de estas y otras cosillas es lo que le alegra a uno, cuando se siente ya en las puertas de la triste vejez. Hombre, eso me parece muy bonito dijo D. Diego, saltando sobre la silla . Pues yo quiero hacer lo mismo, yo quiero rasguñarme saltando tapias de convento.
Allí le parece que el cielo es más transparente, y que el sol luce con claridad más nueva; ofrécesele a los ojos una apacible floresta de tan verdes y frondosos árboles compuesta, que alegra a la vista su verdura, y entretiene los oídos el dulce y no aprendido canto de los pequeños, infinitos y pintados pajarillos que por los intricados ramos van cruzando.
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el extendimiento denuncia la obra de sus manos. 4 En toda la tierra salió su hilo, y al cabo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol. 5 Y él, como un novio que sale de su tálamo; se alegra, como un gigante, para correr el camino.
Aquí, instrumentos de labranza en desorden. Allá, el aldeano con su pipa encendida esperando que el viento sople para dar principio a la limpia del montón de trigo que, mezclado con paja molida, espera ser aventado. Nada alegra la vista en esta estéril prisión. Ni los dorados capiteles, ni las altas torres de las grandes ciudades. Ni la carretera ni el río bullicioso.
La mañana estaba magnífica y prometía uno de esos espléndidos días de invierno en que los miembros se desentumecen, el alma se alegra y el barómetro sube, como si quisiera descubrir a lo lejos la llegada de la primavera.
Y así, mientras la Europa riñe feroz contienda, y España es madre que no olvida a su hija ausente, también como guerrero de acero no humillado que alegra la vejez mirando en el pasado...
Papá ha dicho en broma que el Conde es mi librero. »Ahora sí que es mi librero: me ha pedido permiso para colocar el escudo de la casa Albizzoni sobre su librería, y yo se lo he acordado. ¡Cómo se ha reído! »¡Me gusta tanto ver reír a papá y a su amigo! En las personas que ordinariamente son serias, la risa tiene otro valor, no alegra tanto cuanto enternece.
A Dios se vuelve para que le dé reposo, y anhela beber en el torrente de sus delicias, cuyo ímpetu alegra el Paraíso, y cuyas ondas claras ponen más blanco que la nieve; pero un abismo llama a otro abismo, y mis pies se han clavado en el cieno que está en el fondo. Sin embargo, aún me quedan voz y aliento para clamar con el Salmista: ¡Levántate, gloria mía!
18 A su tiempo se levanta en alto, y se burla del caballo y del que se monta en él. El resoplido de su nariz es formidable; 21 escarba la tierra, se alegra en su fuerza, sale al encuentro de las armas; 22 hace burla del espanto, y no teme, ni vuelve el rostro delante de la espada. 23 Contra él suena la aljaba, el hierro de la lanza y de la pica;
Pero la voluntad que á todos rige, Digo el querer del cielo, me ha traido A parte que me alegra mas que aflige. Dixera mas, sino que un gran ruido De pifaros, clarines y tambores Me azoró el alma, y alegró el oido. Volví la vista al són, vi los mayores Aparatos de fiesta que vió Roma En sus felices tiempos, y mejores.
Palabra del Dia
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