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Actualizado: 11 de mayo de 2025


No sería menor tampoco el de El Tejedor de Segovia, de Alarcón; y en el año de 1845 arrebató á los parisienses, al ponerse en escena en la capital de Francia.

Alarcón es uno de los poetas dramáticos españoles más distinguidos, y á pesar de esto, fué poco estimado de sus coetáneos, haciéndole notoria injusticia, y tampoco ha obtenido después por la posteridad la fama que indudablemente merecía. Sábese muy poco de su vida.

»Una celebridad tan universal y tan duradera no puede menos de fundarse en mérito extraordinario, sobre todo cuando se considera que esa celebridad no es debida, ni á ser la primera, ni mucho menos la única obra en su género conocida en España, ni tampoco á que su carácter trivial la ponga naturalmente al alcance del gusto poco delicado del vulgo... Si por una inconcebible fatalidad estuviese destinado á desaparecer de repente de la faz de la tierra nuestro antiguo teatro, y nos fuese dado salvar sólo una pequeñísima parte de él, cuatro dramas, como reliquia de tanta riqueza, nosotros, que tenemos en mucho las obras literarias de nuestra nación, no vacilaríamos en elegir, para salvarlos de ese espantoso naufragio universal, El Tetrarca, de Calderón; El desdén con el desdén, de Moreto; La verdad sospechosa, de Alarcón, y el García del Castañar, de Rojas

Su pensamiento principal tiene mucha semejanza con el de El tejedor de Segovia, de Alarcón, pero no superando, sin embargo, á este último é inimitable drama. Los caracteres y las situaciones son, por lo demás, muy animados. El motivo capital, que ha impulsado al protagonista á hacerse bandolero, es la rígida observancia de la ley del honor, con arreglo á las ideas españolas.

Este cargo era muy importante, y demuestra que Alarcón pertenecía á las clases más elevadas de la sociedad. El estilo familiar, que emplea en la dedicatoria de su libro al duque de Medina de las Torres, se diferencia mucho del humilde y algo rastrero, usado generalmente por los escritores de aquella época al dedicar sus obras á los grandes y á los que desempeñaban los puestos públicos supremos.

De estas tres complicaciones, y de otras que nacen de su argumento, combinadas con el mayor ingenio, teje Alarcón su fábula, desenlazándose de suerte que el embustero pelea con su amigo, se convierte en objeto de las burlas de todos, pierde la mano de su amada y se casa con otra que no es de su agrado.

La grandeza y la sublimidad, que había persistido desde siglos en los romances populares, y exaltado hasta el extremo la imaginación y los afectos de los españoles; el amor y la ternura caballeresca que sugería á los enamorados sus cantos en la ventana de sus damas, se presenta en las comedias de Alarcón bajo otra forma y con mayor viveza.

Traía a la niña diariamente alguna baratija, para ella desconocida hasta entonces, ya un cromo, ya una fotografía, ya lindas flores, ya números de periódicos ilustrados, ya novelas de Fernán Caballero o de Alarcón; y las graciosas chucherías que por las puertas de la anticuada casa se entraban, como partículas de la vida moderna, eran otras tantas bocas encomiadoras del dadivoso.

Así observamos en su Esclavo del demonio el germen de algunas escenas de La devoción de la cruz, de Calderón, y del Mágico prodigioso, y en su Galán, valiente y discreto, el del Examen de maridos, de Alarcón, y de la misma manera se hallan en otras comedias suyas los materiales, utilizados después por otros dramáticos.

Moreto no tenía esa imaginación é inventiva inagotable de Lope, Calderón, Tirso y Alarcón; faltábale, sin duda, esa fecundidad siempre perenne de fantasía, peculiar en tan supremo grado de aquellos poetas; pero, en su lugar, se distinguía por su gusto dramático depurado y sensato, y por la rara cualidad de saber arreglar y perfeccionar para la escena argumentos ya trazados.

Palabra del Dia

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