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Actualizado: 14 de agosto de 2024


Es portentosa la multitud de pajarillos que alegran estos campos y alamedas. Yo estoy encantado con las huertas, y todas las tardes me paseo por ellas un par de horas. Mi padre quiere llevarme a ver sus olivares, sus viñas, sus cortijos; pero nada de esto hemos visto aún. No he salido del lugar y de las amenas huertas que le circundan. Es verdad que no me dejan parar con tanta visita.

«Reinando en Castilla el católico y muy alto y poderoso rey don Felipe II, y siendo asistente de esta ciudad el ilustrísimo señor conde de Barajas, mayordomo de la reina nuestra señora: Los ilustrísimos señores, Sevilla, mandaron hacer estas fuentes y alamedas, traer el agua de la fuente del Arzobispo con industria, acuerdo y parecer del dicho señor Asistente, siendo obrero mayor, el magnífico señor Juan Díaz, Jurado, alcalde el año de MDLXXIIII

Queda despues sobre la márgen derecha la ciudad de CÓRDOBA. No nos detengamos ya en ella; pasemos adelante dejando un suspiro de dolor en las solitarias y empobrecidas alamedas del gran rio histórico que la baña.

En los conciertos del Parque, en los grupos que vagan por las anchas y sombrías alamedas, en los hoteles y cafés, en los jardines científicos, en los museos y bibliotecas y en todos los lugares de reunion, no se habla mas que frances, no se ven sino manifestaciones de las costumbres francesas ó extranjeras.

Al decir esto, me señalaba por las ventanas del salón las hermosas alamedas de nuestro parque, los viejos castaños en flor, las lilas y las madreselvas cuyo aroma embalsamaba el ambiente. En la antesala encontré al jardinero y su familia, todos tristes y silenciosos, y mirándome como si quisieran decirme: No se marche usted, señorito; no nos abandone.

Corríamos por las extensas alamedas en cuyo fondo se ocultaba el sol; saltábamos bajo los corpulentos castaños del parque en las hermosas noches de verano; dábamos deliciosos paseos por el agua y emprendíamos largas excursiones por el bosque. »¡Oh! ¡Qué feliz tiempo aquél!

El orígen de Brusélas data del fin del siglo VI, muy humilde por cierto, pero su verdadera importancia no comenzó sino en el XII. Rodeada en otro tiempo par murallas y fortificaciones, el espíritu moderno las ha demolido para reemplazarlas con una cintura de boulevards ó magníficas calles de alamedas, estaciones de ferrocarriles, jardines públicos y privados, elegantes casas de campo, fábricas y arrabales considerables.

Yo me he visto a misma como si fuese ayer; jugando, niña inocente, entre las alamedas de Saint-Cloud; luego, más tarde ya, joven canonesa, rogando y cantando en el templo del cabildo de Salles, triste y pesarosa, cuando no emitía la voz como mis compañeras.

Altos y elegantes chopos ceñían las bien cultivadas llanuras, verdes e iguales, a manera de un collar de esmeraldas. De entre el blanco y limpio caserío se destacaban las torres de los campanarios. Lucía se signaba al verlas. Al pasar por delante de Vitoria un recuerdo acudió a su mente. Se lo trajeron las largas alamedas que adornan y cercan la ciudad.

La ciudad, por falta de terreno suficiente, se ha extendido á lo largo de la costa, en un triple cordon de casas; de manera que es larga y angosta, con sus bonitos arrabales desperdigados caprichosamente sobre las colinas entre huertos y graciosas alamedas.

Palabra del Dia

beerotita

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