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, es lo más conveniente añadió la señora de Aguirre . ¿A usted qué le parece, doctor? Yo digo lo de siempre; antes consultaría con Juan replicaba yo. Juan no vendrá aquí hasta dentro de cuatro o cinco años. Y mientrastanto, ¡cómo se evita el escándalo! exclamó el vicario. No, no; si eso no puede ser repuso doña Celestina . Es perder el tiempo hablar de Juan.

En los días que siguieron Ramiro estrechó rápidamente su amistoso trato con el nuevo conocido. Aguirre fuele revelando esas bellezas de la antigua ciudad que el forastero no descubre por solo y que parecen cantar a somormujo, como los grillos. Casi siempre los paseos terminaban en la fragua de Jusepe de la Hera.

El dibujo tenía al pie esta inscripción: «La fragata española La Constancia, al mando de su capitán don Blas de Aguirre, al amanecer del día 3 de febrero de 1793, en el meridiano de la isla Rodrigo, atormentada con mares gruesas del nordeste y sudeste, corriendo un huracán en su viaje de Manila a Cádiz, en el que perdió todos los gallineros de la toldilla, vasijería, cubas y varias tablas de obra muerta.

Allí, en el campo, en una casa abandonada, Aguirre escribió un memorial a Felipe II, justificándose de sus desmanes, y para dar más fuerza a su documento, lo firmó de esta manera audaz, cínica y absurda: Lope de Aguirre, el traidor. Las tropas del rey, unidas con algunos desertores de Aguirre, fueron acorralando al capitán vasco como a una bestia feroz, para darle muerte.

De muchos capitanes, marinos, aventureros y frailes se ocupaba el libro de la familia; pero, entre todas aquellas historias, la más extraordinaria, la más absurda, dentro de su realidad, era la de Lope de Aguirre, el loco, llamado también Lope de Aguirre, el traidor. Varias veces leí las aventuras asombrosas de este hombre, que en el manuscrito se contaban con todos sus detalles.

Parece escusado decir, que si el establecimiento portugues está en la orilla del rio Paraguay en el Chaco, nos embarazará la comunicacion con los Chiquitos, por el paso arriba dicho y el de Itatin, como tambien la navegacion del rio hasta el Jaurú; porque serán en este caso los Portugueses dueños de una y otra orilla. No tengo yo facultades para mandar á D. Juan Francisco Aguirre,

¡Mal tiro! exclamó Lope al primer disparo, al notar que la bala pasaba por encima de su cabeza. Y cuando sintió, al segundo disparo, que la bala penetraba en su pecho y le quitaba la vida, gritó, saludando a su matador, con una feroz alegría: Este tiro ya es bueno. Realmente, Lope de Aguirre era todo un hombre.

Allí donde arribaba, Lope se dedicaba al pillaje, saqueando los puertos, quemando todo cuanto se le ponía por delante, llevado de su loca furia. El fraile de la flotilla se permitió aconsejar, suplicar a su capitán que no fuera tan cruel. Aguirre le escuchó atentamente, y atentamente lo mandó ahorcar.

D. Hermenegildo Aguirre, se dijo: Que con concepto á haber caducado la soberania en la Suprema Junta Central, es su dictámen se subrogue provisionalmente el gobierno general del Exmo. Sr. Virey al Exmo. Cabildo, prévias las circunstancias de acompañar á este Exmo. Ayuntamiento, en calidad de consejeros por lo que pertenece á lo político del gobierno, el Dr. D. Julian de Leiva, el Sr.

No ha podido olvidar... Ella tenía catorce años y se enamoró de José Luis Aguirre, que ahora es agregado o secretario en una Legación. Se querían muchísimo, pero de tanto como se querían llegaron a imaginar para ellos un amor ideal, algo que no tuviese nada que ver con las dichas vulgares. Les lastimaba cualquier cosa que rompiese el encanto que vivían.