United States or Greenland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tengo algunos respondió el prócer echando agua al mismo tiempo en el vaso de Venturita. Esta se estremeció de gratitud. La sangre se le agolpó al rostro. La suya es una de las primeras galerías de Europa decía, en tanto, por lo bajo Cosío a Peña. Me gusta la pintura porque es el arte nacional siguió diciendo el magnate.

Luego que entró Zadig en la ciudad, se agolpó en torno de él la gente, sin que se cansaran sus ojos de mirarle, su lengua de darle bendiciones, ni su corazon de desear que se ciñese la corona. El envidioso que le vió pasar se esquivó despechado, y le llevó en volandas la muchedumbre al sitio de la asamblea.

Toda la sangre de su cuerpo se diría que se le subió a la cabeza. Todo el orgullo de su casta se agolpó y amontonó en su corazón. No vio más que ridiculez indigna en que la creyesen objeto de la pasión de un fraile.

De esta confusión vino a sacar a Elena una voz que sonó a su espalda. Estoy convencido de que hubiera podido ser un gran explorador de tierras vírgenes. He llegado hasta aquí perfectamente sin planos y sin brújula. La sangre de Elena se agolpó a su corazón dejando las mejillas pálidas.

Al día siguiente de la muerte de Jaurés, el 1.º de Agosto á media tarde, la muchedumbre se agolpó ante unos pedazos de papel escritos á mano con visible precipitación. Estos papeles precedieron á otros más grandes é impresos llevando en su cabecera dos banderitas cruzadas. «Ya llegó; ya es un hecho...» Era la orden de movilización general. Francia entera iba á correr á las armas.

Enemigo do asonadas tumultuosas, había tomado sus medidas para impedir la procesión. Una parte del pueblo se agolpó junto á su casa en la noche del 17, atronando toda la calle con espantosa cencerrada. ¡Serenata á Morillo! dijo Calleja saliendo de la Fontana y reuniendo toda la gente dispuesta para el caso que por allí pasaba. No sabemos por donde vino; pero allí estaba Tres Pesetas.

La honorable sociedad contemplaba el espectáculo con un sentimentalismo alcohólico que agolpó lágrimas en los ojos. Las damas apoyaban con desmayo poético sus cabezas rubias en el hombro más próximo. Una rompió a llorar con estertores histéricos. «La luna... la luna», murmuraba cada uno en su idioma.

Venía en busca de Riquer, a burlarse en sus propias barbas, navegando arrogante a la vista de su ciudad. Tocaron a rebato las campanas, sonaron los tambores, el vecindario se agolpó en las murallas de Ibiza y en el barrio de la Marina. El San Antonio estaba carenándose en tierra; pero Riquer, con los suyos, lo echó al agua.

La sangre se agolpó al rostro de Roger, que abandonando su asiento, exclamó imperiosamente: ¡Callad! ¡Qué vergüenza! ¡Vos, vos, un anciano que debería dar buen ejemplo á los otros! La sorpresa de todas aquellas gentes fué profunda. ¡Por las barbas del rey de Francia! exclamó uno de los monteros. El estudiantino ha recobrado el uso de la palabra y va á echarnos un sermón.

Un frío intenso circuló por todo su cuerpo; toda la sangre se le agolpó al corazón, que latía con violencia desenfrenada, y quedó inmóvil como estatua junto á la puerta. En el momento de pronunciar el nombre de Clara, había sentido dentro de la habitación una voz de hombre, una voz de mujer y pasos precipitados. Pronto veremos lo que hizo. #Las horas fatales.#