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Actualizado: 11 de julio de 2025


Al ver á su camarada se esforzó por serenarse, hablando con una alegría feroz. Lo que yo te dije, hermano; empieza uno por juego y acaba interesándose. No se puede estar en paz al lado de una buena moza. Pero calló al notar que Piola le miraba como reconviniéndole. Vos ahí de farra, como un muchacho, mientras afuera pasa lo que pasa.

Que pongan lo que quieran con tal que sea nuevo dijo doña Flora ; ¿no es verdad, Sr. de Xérica? Justo, y afuera religión, afuera rey, afuera todo vociferó D. Pedro.

=Zaguán ó patio apeadero:= A la entrada de este Palacio por la parte de afuera sobre la mano izquierda mirando á la plazuela hay un nicho de dos varas y tres cuartas de alto y dos varas de ancho labrado de piedra de jaspe veteado oscuro y colocado en él con su peana una cruz de la misma piedra de dos varas y media de alto que sirve de segunda estación del Via-Crucis desde la Capilla de este Palacio al sitio que llaman la Cruz del Campo ó Humilladero extramuros de esta ciudad.

Estaba vestido, conservando las mismas ropas, mojadas por la lluvia de la noche anterior. Una pulmonía de padre y señor mío dijo el doctor arrojando la cerilla y saliendo del camastro otra vez de rodillas. Afuera, junto al fogón, escribió una receta en una hoja de su cartera, encargando al pobre pinche, que después de la visita parecía más tranquilo, que bajase por los medicamentos al hospital.

Sin duda continuaba yendo como antes a la granja, para ocuparse del niño y de la casa, ya entonces sabía que lo hacía por amor a Marta y no por , pero había como un acuerdo tácito entre nosotros para evitarnos. Ella elegía las horas en que sabía que yo estaba afuera, en los campos o en los establos, y yo no volvía a casa antes de haberla visto desaparecer detrás del portón.

Pero el cuerpo de la señorita le buscaba, se apoyaba en él, sin que pudiera librarse de su dulce pesadumbre, por más que echaba el pecho atrás. Afuera, en el patio, sonaba la guitarra del señor Pacorro, y las cantaoras, roncas por el vino, acompañábanla con gritos y palmas.

Poco después de media noche salió del cuarto. Por mucho tiempo todavía lo pasearse afuera en el corredor, y el ruido sordo de sus pasos me recordó otra noche en que, no menos temblorosa, había oído ese mismo ruido, dividida entre el temor y la esperanza.

En aquel conjunto todo era paz, armonía y sosiego, y cabía el sentimiento de todo; pero no la pasión por nada sin el concurso de un agente perturbador que rompiera el equilibrio; el cual agente había de venir de afuera, porque dentro no había lugar para él.

5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla. 6 Y aconteció que, cuando mandó al varón vestido de lienzos, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró, y se paró entre las ruedas. 8 Y apareció en los querubines la figura de una mano humana debajo de sus alas.

Le pedían que volviese, como si su presencia, siendo milagrosa, pudiera sujetar las fuerzas naturales. Entró en la Presa con un frío glacial. Volvió á enfundarse en un gabán de chófer con los pelos afuera que había usado siempre en los días rudos del invierno. La población estaba casi desierta. Las casas de madera, que eran las más fuertes, tenían cerradas puertas y ventanas.

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