Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de julio de 2025
Sin embargo esta alma asoma, como a pesar suyo, en cierto hechizo discreto... ¿No confiesas tú mismo que Adriana suele hacerte la impresión de un demonio divino? Piensa un poco... En fin le interrumpió Muñoz ¿qué me aconsejas? Hizo esta pregunta clavándole una fría mirada. Julio tuvo un gesto vago y se levantó. Nada te aconsejo.
Yo llevaba las cartas que se escribían. ¡Qué cartas más divinas, Adriana! No comprendía yo que pudiese Laura expresarse tan bien.
Adriana adoptaba una expresión condolida, pero irónica, irritante; los labios del otro sonrieron con la misma expresión. La silueta lánguida en el traje lila oscilaba suavemente; se soltaron los largos cabellos sobre la nieve de la espalda y el bello brazo desnudo se levantó, dulcemente; los labios del otro besaron en la blancura del hombro.
Sin embargo, dos días después, por más que había tomado la seria resolución de no verle más, le escribió otra carta pidiéndole perdón. Uno de los motivos que sin duda influían para decepcionarla de Muñoz, era el apoyo que su madre prestaba a éste. Su madre y una amiga de Adriana, Charito González, querían a toda costa que se formalizara el compromiso y se casaran en seguida.
Celebró conocerla y alabó con insistencia, casi con inoportunidad, el espíritu singular que revelaba el modo de mirar que Adriana tenía. Pero después, aun cuando ambos se prometieron amistad, según el tono de galantería que la plática tuvo, no habían vuelto a encontrarse.
Fernando, sin bajar del break, refería esto con cierto aire de indiferencia y hasta con buen humor, mientras Raquel exclamaba, sacándose el tul de la cara: ¡Qué pena para mamá! Adriana vio venir a su madre y corrió hacia ella, muy alegre: "¡Una desgracia, mamá!" Pero al decir esto se sobrecogía por la idea de su propia perversidad.
Al verles hizo un vago gesto, como si hubiese querido retroceder. Pero Adriana se levantó, fue hacia ella, rápidamente, y le oprimió las manos tanto que Laura contuvo un grito. Entonces, con actitud de azoramiento y de lástima, besó una y otra vez aquellas manos, sin alzar los ojos. Daba las espaldas a Julio y seguía sintiendo sus palabras humildes penetrarle en el alma como una larga caricia.
Hizo un ligero gesto de susto, al ver el cuaderno en las manos de Carmen; luego se llevó las manos a la cabeza como atontada por un golpe. Adriana levantándose, caminó hacia ella, acercó su cara dolorida a la cara pálida de Laura y la abrazó con desatinada vehemencia, sacudida por los sollozos. Parecían querer fundirse la una en la otra, para formar o un mismo amor o una misma desolación.
Un día le comunicó que sus relaciones quedaban rotas. Fue una escena penosa. De pie, frente a Muñoz, muy seria, le tendía un manojo de cartas. Se negaba él a recibirlas, pero como Adriana permanecía implacable, lágrimas de amargura le vinieron a los ojos. Lejos de conmoverse, la fastidió más el llanto de Muñoz.
El Padre Santo aguardó la Embajada y la vio venir desde el balcón principal de la Mole Adriana o Castillo de Santángelo, donde se parecía cercado de cardenales, príncipes y altos dignatarios.
Palabra del Dia
Otros Mirando