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Actualizado: 6 de junio de 2025
Todos estos casos de amor platónico son verosímiles. Lo es también el de algún colegial o novicio que viene de provincias a la capital, y cae bajo el poder de cualquiera lionne experimentada, curtida, deseosa de adoración, y que se aparece como divinidad a los ojos del inexperto y tímido mancebo.
Aquel hombre, que para ella no lo era, fué objeto de una adoración sin límites y reverenciado casi como un dios. Tía Juana conoció los más ideales refinamientos del amor místico, y en alas de la pasión se remontó á un mundo superior, todo poblado de visiones encantadoras.
Adoración púsose como la grana, avergonzada de las perrerías que se contaban de ella. «No lo hará más dijo la dama sin hartarse de acariciar aquella cara tan tersa y tan bonita; y variando la conversación, lo que agradeció mucho la pequeña, se puso a mirar y alabar el buen arreglo de la salita». «Tiene usted una casa muy mona». Para menestrales, talcualita.
Sonreía como siempre, le halagaba con la misma adoración que si fuese un ídolo, se mostraba juguetona y alegre, pero en los momentos de calma, cuando creía no ser observada, sorprendía Rafael en su boca una contracción de amargura, veía pasar por sus ojos obscuros relámpagos, como reflejo de penosos pensamientos. Una noche le habló con regocijo de lo que la gente decía de ellos.
Aparte esta nube última hubiérase dicho viéndolos desde lejos, que aquellos días, aunque llenos de muchas preocupaciones, no presentaban ninguna sombra. La misma adoración tranquila y ardorosa los inundaba de continuos resplandores.
Lo primero levantaban mil necios testimonios a nuestra Fe: decían, que idolatrábamos continuamente en la adoración de las Imágenes de la Cruz y del Santísimo Sacramento y que creíamos en tres Dioses, sin querer entender jamás que creemos una naturaleza Divina misma subsistente en tres Divinas Personas: ni, que si adoramos la Hostia, es porque en ella consagrada está realmente el mismo Dios en persona, por infinita dignación de su bondad, ni en fin, que no damos el culto al pincel, al nicolor, sinó al representado por ellos y en cuanto en lo representado se venera el agrado del mismo Dios.
Basta, basta dijo al cabo apartándola suavemente. ¡Que me vas á gastar la figura, hija mía!... Ya ves, soy poco y me vas á dejar en ná añadió riendo. Para mí lo eres todo, la ciudad de Cádiz, el Puerto, San Fernando y el arsenal no valen lo que este bigotito negro tan suave como la seda. Y se lo atusaba con la punta de los dedos, clavándole al mismo tiempo una mirada de adoración infinita.
Cuando los hombres se recobraban de su pasmo volvían a hacer a la mujer de peor condición que al esclavo más humilde; pero, en ocasiones, una mujer bien lavada, cuidada y compuesta, infundía amor ferviente, frenético entusiasmo y cierta adoración como si fuese algo divino.
En el acto tercero, todo el Perú se ha sometido ya á España, y se ha convertido al cristianismo, personificándose particularmente en Impanguí esta mudanza del culto del sol en la adoración del sol verdadero de nuestra redención.
Aquí no podía menos de sonreírse Juanita, a pesar de lo fastidiada que estaba, y luego proseguía: «Cierto que yo no soy mala y que amo a Dios sobre todas las cosas y que me complazco en darle adoración y culto; pero también, ¡qué diantres!, ¿por qué no confesarlo?, también me amo y me doy culto a mí misma. Quizá sea pecado.
Palabra del Dia
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