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Actualizado: 6 de junio de 2025


Habíamos olvidado enteramente la sociedad y sus pasiones, sus luchas, miserias y pesares, y solo sentíamos nuestras almas empapadas de amor y de ese sentimiento infinitamente religioso que se llama la adoracion de lo bello y lo sublime....

Su hermosura, su mirada, única entre todas las mujeres, habían sido mías bien mías, porque me habían sido entregadas con adoración también apreciará usted esto algún día. Hice lo humanamente posible para olvidar, me rompí las muelas tratando de concentrar todo mi pensamiento en la escena.

No habían visto una niña tan bonita, tan modosa y que se metiera por los ojos como aquella. Daba gusto ver la limpieza de su ropa. La falda la tenía remendada, pero aseadísima; los zapatos eran viejos, pero bien defendidos, y el delantal una obra maestra de pulcritud. En esto llegó la tía y madre adoptiva de Adoración.

Un buen rato pasó escogiendo y apartando medias y puntillas que le habían mandado de una tienda, púsose luego unos zapatos nuevos para convencerse de que le hacían bonito pie, antes de pagarlos, y por último se probó un cubrecorsé y una bata, permaneciendo en adoración de misma ante el armario de luna, complaciéndose, más que en los primores de las galas, en su gallarda figura, de madrileña esbelta y en su gentil cabeza de mujer dominadora y altiva.

Bien, serás lo que quieras; hijo, amante, lo que se te antoje; pero júrame que es puro tu amor, que no hay nada de vergonzoso en esa pasión, que no intentarás nada para profanar este lazo que ha de unir nuestras dos almas para siempre. El hijo del brigadier juró. Su amor era ideal; una ardiente adoración.

Delante de Soledad se mostraba amable y rendido, sin ocuparse ya en disimular su vencimiento. Al contrario, parecía que sentía gozo y el pecho se le dilataba cuando la daba un testimonio de adoración más vivo que de costumbre. No se saciaba de estar á su lado, de prodigarla nuevas y sabrosas caricias.

Hoy todos estos motivos se han ido marchando á la tierra, como la escoria, y ha quedado limpio y acendrado el oro puro de mi cariño ó, mejor dicho, de mi adoración. El amor es algo que iguala á los seres que lo sienten, y yo no quiero ser igual á usted, sino infinitamente inferior: quisiera ser el gusano que usted aplasta con el pie al caminar sobre la hierba.

Juan tenía conciencia de esto, mientras que María Teresa, acostumbrada a la adoración respetuosa de su amigo, la aceptaba como un testimonio del reconocimiento grabado en el corazón del niño salvado en otro tiempo por su padre.

Mucho antes de conocerla, ya su anhelo de ideal, apartándole de los afectos comunes, había tomado un camino casi místico hacia la adoración de aquel cierto tipo porteño cuya originalidad le asombrara y sedujera como una fina revelación.

Vea, pues, cuán distante me mantengo en la abatida humildad de una adoración, que hasta recela que su murmurar, murmurar de preces, roce el vestido de la imagen divina...

Palabra del Dia

rigoleto

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