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Actualizado: 25 de septiembre de 2025
Marchaban los dos como si se hubiesen conocido toda la vida, admirando Jaime en los ademanes de miss Gordon esa libertad varonil de las muchachas sajonas, que no temen el contacto con el hombre y se sienten fuertes al ser guardadas por ellas mismas.
La gente menuda del pasaje fue la única que corrió bulliciosa al escuchar este primer anuncio de la fiesta. Niños y criadas marchaban al frente de la banda, admirando los disfraces con que se habían cubierto los músicos en honor de la grotesca solemnidad; sus caras con chafarrinones de almagre y sus narices de cartón.
Decididamente aquella vieja estaba loca, como le había dicho la doncella. Pero calló, por ser la abuela de la señora. Hasta la hora de la comida se mantuvo la verdulera en este paraíso, admirando sus magnificencias.
Los bárbaros, admirando la generosidad y grandeza de su ánimo, ó ya fuese por su virtud, de que ellos también hacían grande aprecio, ó por la destreza y eficacia de sus agencias, ajustó por fin tan difícil negocio, se estableció la antigua y mutua paz entre ellos y se remedió la necesidad y hambre de tantos pueblos.
En esto emplea todo el dinero que tú le permites que tome como recompensa. A veces la sigue de lejos por las calles, admirando su contoneo provocativo, sus pantorrillas al descubierto, siempre con medias de seda... Cultiva pacientemente su jardín. Sonríe como un imbécil al pensar en su futura cosecha. Un domingo, al levantarse de la cama, el príncipe sintió deseos de cantar.
Habíamos llegado al extremo del pueblo, y al pie mismo de la colina donde empezaba el pendiente camino del castillo. Admirando estábamos la solidez de sus altas murallas, cuando vimos salir de ella numerosas personas que lentamente empezaron el descenso de la cuesta. Retirémonos dijo Sarto. No, preferiría permanecer aquí fue la opinión de Flavia.
Ricos nunca lo seremos. ¡Aun si ese dinero fuese para nosotros!... ¿Es que lo regalais?... Se lo llevan los mandones. Con él pagamos la contribución. Aresti caminó un buen rato en silencio, admirando una vez más la sencillez, la humildad de aquella gente, dura para el trabajo, habituada á las privaciones, sin la más leve vegetación de ideas de protesta en su cerebro estéril.
En esas rápidas peregrinaciones todo interesa, hasta el menor objeto; todo llama la atencion, y el paseante va admirando, en una sucesion de sorpresas é impresiones diferentes, cuanto contiene el Támesis de pintoresco ú magnífico, de opulento ú singular desde la una hasta la otra extremidad de Lóndres.
Por eso continuaba admirando en su joven amigo la fiera independencia del carácter, la increíble fuerza de que había dado muestras para salir triunfante en la lucha por la existencia que para él había sido tan ruda, la brusca franqueza de su palabra propia del hombre primitivo nacido para el combate.
El primer día después de su llegada pasó largas horas en el laboratorio con su hermano, y en los siguientes recorrió de un cabo a otro las minas, examinando y admirando las distintas cosas que allí había, que ya pasmaban por la grandeza de las fuerzas naturales, ya por el poder y brío del arte de los hombres.
Palabra del Dia
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