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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Hay épocas en que la razon se ofusca al contemplar objetos nuevos é inusitados; y expuesto el hombre mas juicioso á una serie continua de impresiones violentas, deja de analizarlas, y baja insensiblemente al nivel de las inteligencias vulgares, que todo lo ponderan y admiran.

Todos los lienzos que allí se admiran, todos los cuadros que la constituyen, están cada uno en su puesto, ocupando el lugar que les pertenece en la historia del arte seguida allí paso á paso desde su orígen y desarrollo sucesivo hasta el apogeo de su gloria en tiempo de los Rafaeles y Murillos.

Las obras del Louvre, hoy terminadas, y en las que en 1854 se trabajaba de dia y de noche, aturden y admiran. Los dos palacios de las Tullerías y el del Louvre reunidos, forman un todo que dificulto tenga igual. Aconsejo á los amantes de las artes que visiten los museos riquísimos del Louvre, de los que mas adelante me ocupo.

Todos se admiran de que un vástago de sangre real elija por esposa á una criada; pero Mysón asegura que es Deidamia, y que hace ya cuatro mil años que busca en vano á su querido Aquiles, hasta que lo encuentra en este instante; de suerte que las dos parejas reales se apresuran á contraer matrimonio. A la conclusión se entona un canto por el coro en alabanza de la doctrina de la metempsícosis.

Si se oye al pasar el martilleo de los talleres ó el ruido de los telares ó pequeñas fábricas de distintos objetos, se siente también á cada paso el clamoreo de las bandas de mendigos harapientos y escuálidos. Si se admiran las maravillas del arte divino, se siente una profunda tristeza al sondear la prostitucion que mina á algunas clases.

Muchas cosas me admiran en este mundo: esto prueba que mi alma debe pertenecer a la clase vulgar, al justo medio de las almas; sólo a las muy superiores o a las muy estúpidas, les es dado no admirarse de nada. Para aquéllas no hay cosa que valga algo, para éstas no hay cosa que valga nada.

Se aman y admiran a propios en los que, fuera ya de este peligro de rivalidad, tienen las mismas condiciones de ellos. Los miran como una renovación de mismos, como un consuelo de sus facultades que decaen, como si se viesen aun a propios tales como son aquellas criaturas nuevas, y no como ya van siendo ellos.

D. Pantaleón se atrevió a decir con voz temblorosa: ¿Sabes lo que es eso? ¿El qué? ¿Esa caridad y ese talento que te admiran? ¿Qué es? Cloruro potásico. ¿Cómo? Que no depende más que de una mayor cantidad de cloruro de potasa en el cerebro. Pero, hombre, ¿qué jerigonza es la que estás hablando?

Voy todos los miércoles al mercado, compro pollos y huevos, discuto por gusto con las vendedoras para acabar dándolas lo que piden, convido en la chocolatería a las hortelanas de este contorno, y vuelvo a casa escoltada por todas ellas, que se admiran al oírme hablar con Beppa en un lenguaje extraño. ¡Si viera usted lo que me quieren!... En sus ojos leo el asombro al reconocer que la señoreta no es tan mala como dicen las de la ciudad. ¿Recuerda usted la pobre hortelana enferma que vimos en la ermita aquella tarde?

Esto prueba que hasta los hombres grandes tienen sus caprichos y sus distracciones, que admiran á los que no conocen la flaqueza de la humanidad, y no consideran que hasta los héroes buscan el descanso en las cosas mas indiferentes. CAPÍTULO D

Palabra del Dia

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