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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Los primeros que llegaron fueron Frasquito con su mujer y el señor Rafael. Inmediatamente la lancha trajo á la familia del Cardenal, los viejos, Mercedes, Isabel y su novio Gregorio, á los cuales se había unido Manolo Uceda, que por casualidad llegara al muelle al mismo tiempo. En la otra lancha acudieron en seguida María-Manuela con Antonio y dos amigos más de Velázquez.

Los tertulianos todos al escuchar los pasos acudieron en tropel a los balcones y vieron, con sorpresa, desfilar por delante de la casa dos compañías de soldados que cruzaron la plaza y se perdieron en las encrucijadas de la villa. Los amigos de don Mariano se miraron con sorpresa. ¿Qué vendrá a hacer esta tropa a tales horas? preguntó una señora.

Detrás de la viuda acudieron algunos hombres, y á fuerza de sacudidas y porrazos, lograron separar á aquellas dos furias, que parecían haberse adherido entre . ¡Dolervos de mis lágrimas! gritaba la dolorida pescadora. ¡Vaya usté mucho con Dios, zalamerona, cubijera! la contestó, con un empellón, la vencedora.

¿Por qué no se sienta usted? preguntóle doña Paula interrumpiendo su discurso. Estoy bien, señora; siga usted. Con aquella interrupción se turbó. No supo proseguir en algunos segundos. Al cabo murmuró: ¡Es una desgracia!... No sabe usted, señor Duque, lo que está pasando por en este momento. ¡Quisiera morirme! Y las lágrimas acudieron a sus ojos. Sacó el pañuelo, y ocultó el rostro con él.

Acudieron su mujer y sus vecinos con luces, y halláronle haciendo efectos de nadador, soplando y arrastrando la barriga por el suelo; y meneando brazos y piernas con mucha priesa, y diciendo a grandes voces: "¡Socorro, señores, que me ahogo", tal le tenía el miedo, que verdaderamente pensó que se ahogaba.

Aquí Domingo Larez, valeroso En sangre, y en valor y valentìa, Anduvo con esfuerzo y animoso, Reprimiendo del indio la osadía: Y viendole ya andar tan orgulloso, Los indios acudieron

Tuvo instantes en que, olvidándose del plan trazado, las ideas acudieron en tropel a su imaginación y las palabras se agolparon a sus labios en frases exentas de unción sagrada, faltas de poesía y desnudas de belleza. Tenía prisa por llegar a mostrar su ardor en defensa de la fe.

Cerró con esto el testamento, y, tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste donde hizo el testamento, se desmayaba muy a menudo.

Y en medio de estas vacilaciones, agobiado su espíritu, rompió a llorar con la más profunda aflicción. Acudieron a ella, vino la dueña de casa, la preguntaron por la causa de su llanto, y respondió que se había puesto enferma y que deseaba retirarse.

Acudieron dos ó tres mocetones. Al momento, al momento, para el servicio de su majestad, dos machos de paso que puedan andar cinco leguas en dos horas, y un mozo de espuela, que no se duerma y que no me extravíe. Muy bien, señor Francisco Montiño dijo uno de los palafreneros ; cuando vuesa merced vuelva ya estarán las bestias y el mozo dispuestos para echar á andar.

Palabra del Dia

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