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Actualizado: 31 de mayo de 2025


La teoría de la inspiración es falsa y ridícula: la inspiración acude delante de las cuartillas y de los libros, no en las mesas de los cafés ni en las salas de juego: cuando no gusta lo que se ha escrito, se rompe y se escribe de nuevo preparándose convenientemente con el estudio y la meditación; pero no se van a buscar ideas a la ruleta.

A veces conserva un resto de acción, no más que la suficiente para mover los personajes; otras acude a invenciones fantástico-alegóricas; otras se limita a describir con cuatro indelebles rasgos un carácter. En este sentido, La Bruyère es un grande escritor de costumbres, aunque no hiciese verdaderos cuadros.

Con mil indios acude Tanimbano, El gran Cayapey no desfallece; Ibiriyù, tambien mozo galano, Acude aquel con mil menos ochenta, Estotro con doscientos y cincuenta.

PÁEZ. Es un criado De Alara, según dice. NARV. ¡Ah, dura ausencia, Con qué fiero rigor que me has tratado! ¡Oh leyes del honor, cuya inclemencia Quita el gusto del alma procurado! Gozar de Alara pude... mas no pude, Que pierde el bien quien al honor acude. Sale ARDINO, moro. ARDIN. Con un pequeño presente Alara salud te envía Y esta carta.

Prepárase la fiesta; acude la muchedumbre al templo, y se presenta la estatua de la presunta muerta; pero entonces se descubre Eugenia, no para recibir la adoración, que se tributa á su imagen, sino para confesar públicamente, aunque con humildad, su fe en el Salvador; no para disfrutar de las grandezas terrenales, que Cesarino le ofrece en sus brazos, sino para sufrir el martirio.

Julita no se anduvo con melindres; tomó la galantería al pie de la letra y se puso a taconear sobre el infortunado sombrero de tal suerte, que si Enrique no acude a tiempo se lo hace pedazos. Está visto que contigo no se puede ser galante dijo de mal humor mientras lo limpiaba con la manga de la chaqueta.

En cambio a su amigo Moreno se le desató la lengua mejor de lo que hacía al caso y, encarándose con ellos, les dijo en términos crudos que aquella intolerancia era bien propia de los defensores del oscurantismo, que cuando faltan las razones se acude a las amenazas, y que su amigo Sánchez había hecho mal en malgastar su ciencia con quien no había de entenderle.

Estaban estas gentes con contento: De cristianos no piensan la venida; El subito temor y sentimiento Les hace huyan todos de corrida. Oblígales á muchos el lamento De hijos y muger á perder vida; Acude cada cual al arco y flecha, Con ver venir la muerte muy derecha. Al fin, en cuatro pueblos que se ha dado, Algunos que defensa procuraban, La vida entre las lanzas han dejado.

Le conozco a usted lo bastante para saber que no tengo que añadir ni una palabra más, porque cuando el afligido acude a usted en demanda de auxilio jamás necesita hacerlo más que una sola vez. »Aún espero de su bondad, otro favor. No le sorprenda mi petición, padre mío: olvídese de que se la hace un hombre a quien inmerecidamente tiene todo el mundo por una lumbrera médica de los tiempos actuales.

Así, pues, la energía de amor está en como dormida; pero no ha muerto. No permita Dios que mate yo en facultad alguna de las que el mismo Dios me ha dado. Duerma el amor en mi seno. A mi razón serena y fría toca velar para que no le despierte sino quien deba. Pero, hija mía, nadie acude a despertarle, y me temo que sea eterno su sueño.

Palabra del Dia

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