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La niña, anegada en lágrimas, cae entre su madre y un viejo achacoso que va a tomar las aguas: la bella casada entre una actriz que va a las provincias, y que lleva sobre las rodillas una gran caja de cartón con sus preciosidades de reina y princesa, y una vieja monstruosa que lleva encima un perro faldero, que ladra y muerde por el pronto como si viese el aguador, y que hará probablemente algunas otras gracias por el camino.

Mucho me gusta esta actriz, le dixo á Martin, porque se da ayre á Cunegunda; mucho gusto tendria en hacerle una visita. El abate, se brindó á llevarle á su casa. Candido criado en Alemania preguntó qué ceremonias eran las que se estilaban en Francia para tratar con las reynas de Inglaterra.

Maud le salía al encuentro fingiéndose distraída; le esperaba al paso, apoyada en la borda, contemplando el mar en la actitud de una actriz que se ve espiada por la máquina fotográfica, y era bastante una sonrisa, un movimiento de ojos, una leve tos, para que Fernando volviese a juntarse con ella.

Alonso de Olmedo, de una familia distinguida, natural de Talavera de la Reina, y al principio paje de Felipe III, se hizo cómico por su amor á una bella actriz, y entró á formar parte de la compañía, cuyo director era el marido de su amada. Sucedió entonces que parte de esta compañía, en un viaje á Vélez Málaga, cayó en manos de unos piratas berberiscos.

Ante la sala silenciosa y palpitante, tan fácil al aplauso como á la protesta, los artistas se despedazan, noblemente unas veces, recurriendo otras á triquiñuelas de mala ley. Los hombres olvidan su galantería, las mujeres su misericordia. Si el galán puede «pisarle» una frase ó «robarle un efecto» á la primera actriz, lo hace, y viceversa.

Tiene la candidez de la juventud, la gracia de una juventud bella, y la seduccion de una actriz. Pegada al mostrador hay una silla, y sentado en la silla hay un hombre, tipo perfectamente parisiense. Con perdon del francés y de mi compañera, digo y declaro que ella me gusta más que él.

El público sabe que aquella dama no se perderá en el camino: ¿por qué contradecir ese convencimiento que tiene el público, cuando lo tiene con razon? No, señor, se dice: cuando aquella jóven entró en el café, no era dama del teatro. Ahora lo es, y la cultura tributa ese homenaje á la mujer, á la actriz y al público. Yo no lo creo así. Creo que el arte da belleza, no moral.

Ambas se juntaban siempre que podían, trabajaban en el mismo bastidor y comían en el propio plato, formando pareja indisoluble en las horas de recreo. La procedencia de Felisa era muy distinta de la de su amiguita. No había pertenecido al teatro más que de una manera indirecta, por ser doncella de una actriz famosa, y en el teatro tuvo también su perdición.

Además de actriz notable y de empresaria de iniciativas y recursos inagotables, fué la Montansier una de esas mujeres envolventes en quienes el arte de sumar simpatías y de saber servirse de ellas, es algo innato y natural.

Esta noche la tertulia se presenta muy animada. Los amigos de la actriz charlan y ríen más que de costumbre. Don Jerónimo no lo echa de ver; la ha conocido tan niña, que se cree con derecho a prescindir de ciertos miramientos debidos a las damas; suponiendo que se los haya tributado en su vida a alguna, que no lo creemos.