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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Pero cinco minutos después el dolor comenzó de nuevo, más cruel que antes. Ben-Tovit se sentó en la cama y empezó a balancear el cuerpo acompasadamente. Su rostro adquirió una expresión de sufrimiento, y en su gran nariz, que había palidecido, apareció una gota de sudor frío.
El doctor tomó el instrumento, se lo puso sobre el pecho y aplicó el oído. Tosa usted... así... no tan fuerte... Ahora respire usted con fuerza y acompasadamente. Hubo un largo silencio. Vuélvase usted un poquito... así... Tosa usted otra vez... Basta... Respire usted con fuerza... Nuevo silencio, durante el cual el enfermo comenzó a acariciar una idea horrible. Ahora hable usted.
Iban en traje de marcha y con todos los arreos de campaña: bota al cinto, ros enfundado, manta liada al cuerpo, y a la espalda morralillo, en cuya blanca tela destacaba limpia y bruñida la tartera para el rancho: en los pies alpargatas, levantada en el empeine la polaina para facilitar el paso, y recogidas en el correaje las puntas del capote, dejando ver los pantalones rojos, que se movían acompasadamente por filas como miembros de una máquina viva.
En los largos intervalos de silencio se escuchaba el rumor solemne y misterioso del río, que corría en el fondo del valle, á unos cien pasos de la casa, y la lluvia que acompasadamente caía casi siempre sobre las hojas de los árboles produciendo fugaces temblores de frío en los tertulios.
Una vez allí, el silbato del condenado resonó de nuevo, pero en dos veces distintas, con modificaciones singulares. Bien pronto se oyó el ruido de unos remos que batían el agua acompasadamente, y se vio salir de detrás de un grupo de rocas una tartana semejante en un todo a la del gitano. En ella iba el joven de cara femenina e imberbe que tanto había asombrado al barbero Flores.
Alrededor de esta mujer había, sentados en el suelo, dos chicos y una muchachuela, tan sucios y mal ataviados como ella, de quien eran dignos vástagos. El cortejo fué penetrando acompasadamente en la sala. Los hombres formaron una línea contigua á las paredes, y las mujeres otra, algunos pasos más al centro.
Se le veía agitar los miembros junto al casco de la nave, como unas tijeras blancas que se abrían y cerraban acompasadamente; hasta que, volviendo a la superficie con la moneda en la boca y echándose atrás el mechón húmedo que caía sobre su frente, ganaba la canoa con una agilidad de mono y volvía a temblar de frío, implorando a todo pulmón la generosidad del «caballero».
Veía venir a un italiano bajito, flaco, requemado, que, con voz de tiple , aunque doliente como un quejido, exclamaba acompasadamente: "Pobre doña Luisa", "Pobre doña Luisa", mientras lo que en realidad hacía era ofrecer los fósforos y cigarrillos que llevaba en un cajón colgado al pescuezo; otro alto, rollizo, con un cuello de media vara, y llevando canastas repletas de bananas y naranjas, exclamaba en tono alegre: "arránqueme esta espina"; mientras un francés que vendía anteojos, cortaplumas y botones, anunciaba con un vozarrón de bajo: "soy un pillo", coronado por un vendedor de requesones, que clamaba intermitentemente: "tres colas negras".
Las figuras de los remadores se levantaron acompasadamente sobre los bancos. Y la voz de los patrones gritando: ¡Hala avante! ¡hala duro! rompió con brío el silencio de la noche. Pero los tirones eran tan débiles con relación a la masa, que el buque apenas se movía.
Para meditarlos, para clasificarlos, para extraerles el jugo, se salía al pasillo, y envuelto en su bata alfombrada y provisto de silenciosas zapatillas suizas, paseaba grave y acompasadamente hasta la hora de almorzar. Después del almuerzo y de reposar algunos minutos, se salía a dar un largo paseo contemplativo por el Retiro.
Palabra del Dia
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