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Actualizado: 24 de junio de 2025
La seguiría, á través de todos los envilecimientos, hasta donde ella quisiera llevarle; cada vez con menos energía para protestar, aceptando las situaciones más deshonrosas á cambio del amor... ¡Y siempre sería así! ¡Y él, que se consideraba meses antes un hombre duro y dominador, acabaría por suplicar y llorar si ella se alejaba!... ¡Ah, miseria!...
Los soldados de esa campaña particularísima, son las palabras; la palabra Bolsa es uno de los tantos y tantos combatientes de ese ejército numeroso, de ese ejército irresistible, de ese ejército que acabaria por conquistarnos, si no llegase un dia en que el pueblo español, aplicando, no el oído de fuera, sino el oído de dentro, no aplicando la oreja, sino la mente, oyese ruido en el interior de su casa, oyese disparos en el territorio de su inteligencia.
Esto no pasaba en Tablanca, donde no se sentía una mosca, ni tenían entrada aquellos personajes más que con su cuenta y razón. Daba gusto aquella hermandad de unos con otros, y aquel ayuntamiento sin deudas, y aquel vecindario sin hambre y bien vestido. Pues toda esta ventura acabaría con don Celso, si yo no me animaba a recoger los frenos que él soltaría de sus manos al pasar a vida mejor.
Salió del café en un arranque de actividad que le sugirió también la energía reciente, y tomó el camino de su casa dispuesto a afrontar la situación y a no soltar los cuartos por lo pronto. Es claro que él acabaría por hacer ingresar aquellos siete mil reales en caja; pero, ¿cuándo? No corría prisa.
Cuando ocurría uno de estos incidentes, don Roque, olvidando las larguezas de González, se mostraba indignado. ¿No te decía yo que esto acabaría mal, Gallego?... Ahora veremos lo que dicen de Buenos Aires. En una de éstas, ché, voy á perder mi puesto. Pero ni de Buenos Aires hablaban, ni don Roque perdía su cargo.
Si me prendes serás mi carcelera, porque no te fiarás de nadie; y si eres mi carcelera, teniéndote al lado tengo contigo un cielo. ¡Que no se muriera el conde de Lemos! Me estáis destrozando el corazón. Ya sabía yo que la tormenta acabaría en lluvia dijo para sí Quevedo . ¿Lloras, alma mía? ¡Lloro mi desdicha, mi desesperación! ¡Me pesa de haber nacido! ¡Catalina de mi alma!
No hay más cartas de D. Luis de Vargas que las que hemos transcrito. Nos quedaríamos, pues, sin averiguar el término que tuvieron estos amores, y esta sencilla y apasionada historia no acabaría, si un sujeto, perfectamente enterado de todo, no hubiese compuesto la relación que sigue.
Y la idea calculada de impedir que su amiga recurriera a la amistad de Zoraida, al fin la hizo ceder. Por otra parte, quería seguir vigilándola. Pensaba que tarde o temprano aquel entusiasmo por Julio acabaría y sería llegado entonces el caso de devolverla al amor de Muñoz. Sin embargo, su enojo no se había calmado. ¿Y por qué no te visita en tu casa? ¡Puesto que Muñoz también te visitaba!
Uno de esos principios rígidos, y no un sentimiento mezquino de egoísmo, había sido el motivo de la resistencia obstinada que Nancy había opuesto al deseo de su marido. Recurrir a la adopción, porque les había sido negado el tener hijos, era tratar de elegir su suerte a pesar de la Providencia. La criatura adoptada, estaba convencida, nunca acabaría bien.
Sí; la amo con toda mi alma. ¿Y se lo ha dicho usted? No, ni se lo diré nunca. Se tranquilizó el padre Ambrosio. Yo había previsto desde hace mucho tiempo, me dijo, que usted acabaría por amarla, y me halagaba la esperanza de que mutuamente se harían ustedes felices. El amor en usted le vi yo nacer hace seis años y... pero a que soñar... Amparo no sería feliz con usted. ¿Ama acaso a otro?
Palabra del Dia
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