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Actualizado: 6 de junio de 2025
Nosotros, que habíamos visto, oído u observado muchas particularidades que se nos dijeron ser rastros o manifestaciones del fatídico personaje, acabamos, al fin, por encontrarnos con el "diablo" en persona y de manos a boca. Fue en el departamento de San Vicente, hoy Belgrano, en la provincia de Mendoza.
Hé aquí una percepcion clara, exacta, cabal, que nada deja que desear, que deja satisfecho al que habla y al que oye. Acabamos de asistir al análisis de una idea geométrica, y de señalar la diferencia entre sus grados de claridad y exactitud; veamos ahora una idea artística, y tratemos de determinar su mayor ó menor perfeccion.
Cierto que, como acabamos de indicar, hay entre ellas muchas voces gratas y extensas; pero el oído y sobre todo el gusto no corresponden a la voz. Repicotean de tal modo lo que cantan que no lo conoce nadie, ni el mismo autor que lo creó. En verdad que las peñascas abusan de las fermatas y fiorituras que las muchachas de Sarrió, sin tener tan buena voz, cantan con mejor gusto y afinación.
Un arroyo separa esta segunda parte, del tercer grupo que se encuentra situado sobre el camino de Aten, y dispuesto en el mismo órden que acabamos de ver en aquella. La temperatura de Apolo es agradable y sana; sin embargo, como sus llanuras dejan libre acceso á todos los vientos, el aire viene á ser mas seco que en Santa-Cruz.
"Sabrosísimo pan está, dijo, por Dios." Y como le sentí de qué pie cosqueaba, dime priesa. Porque le vi en disposición, si acababa antes que yo, se comediría ayudarme a lo que me quedase. Y con esto acabamos casi a una, y mi amo comenzó a sacudir con las manos unas pocas de migajas y bien menudas, que en los pechos se le habían quedado.
Todos estos dolores, tribulaciones y combates espirituales no es de maravillar que produjesen en Doña Blanca una enfermedad aguda, sobrexcitando sus males crónicos. Poco después de la conversación entre Clara y Lucía, de que acabamos de dar cuenta, visitaron á la enferma los dos médicos mejores de la ciudad. Ambos convinieron en que su dolencia era de cuidado.
Cuando Morsamor supo los lastimeros ocasos que acabamos de referir, se compadeció de donna Olimpia y procuró consolarla; pero el cuidado de su nave le preocupaba más todavía. Y como iba ya acercándose a la costa, Fréitas había muerto y no era muy de fiar el contramaestre, Morsamor velaba y sólo por breve rato entraba a reposar en la cámara.
Siendo ambos por temperamento nada comunicativos, amenazaba eternizarse esa frialdad, cuando Delaberge, molestado por su mismo silencio, se decidió a romperlo, diciendo: Señor Princetot, ya sé que es usted el adversario de la Administración a la que yo represento; pero, pues me hospedo en casa de su padre y acabamos de comer el pan sobre unos mismos manteles, no veo el motivo para que nos tratemos personalmente como enemigos.
Le juro que no fué cosa fácil. ¡Maldita sea...! ¡Qué batalla...! Menos mal que acabamos ganándola por nuestra propia autoridad. Sin embargo, la querida marquesa se atribuyó todo el mérito de la victoria y se hizo nombrar presidenta. SITA. ¡Parece que usted no la quiere mucho...! LA GENERALA. La detesto, y ella me paga en la misma moneda.
Empecemos por la zona circumpolar austral, siempre visible sobre el horizonte que acabamos de tomar como ejemplo, es decir, bajo la latitud sur de 34° 36´, que es la de Buenos Aires. Supongamos que en la noche del 20 de diciembre, ó sea en la del solsticio de verano en el hemisferio austral, examinemos á media noche la parte de cielo vuelta hacia el sur.
Palabra del Dia
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