Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Es decir, son dos mil Canónigos muertos, cuyo volumen ha ido achicando el tiempo gradualmente, para que nunca falte allí acomodo á un cadáver más..... de un Canónigo menos. También hay en el Claustro pinturas muy notables en tabla, debidas las mejores de ellas á Fernando Gallegos. En las cuatro mencionadas Capillas vense asimismo excelentes cuadros y magníficos sepulcros.

2.º A buscar para uso propio, un acomodo neo-romántico, una pasión verdad, compatible con su afición a las formas amplias y a las turgencias hiperbólicas, que él no llamaba así por supuesto. ¿Quién está arriba? preguntó a un criado, seguro de que estaría la Regenta «porque se lo daba el corazón». Hay dos señoras. ¿Quiénes son? El criado meditó.

Todo esto dijo sin parar la que tan hermosa mujer parecía, con tan suelta lengua, con voz tan suave, que no menos les admiró su discreción que su hermosura. Y, tornándole a hacer nuevos ofrecimientos y nuevos ruegos para que lo prometido cumpliese, ella, sin hacerse más de rogar, calzándose con toda honestidad y recogiendo sus cabellos, se acomodó en el asiento de una piedra, y, puestos los tres alrededor della, haciéndose fuerza por detener algunas lágrimas que a los ojos se le venían, con voz reposada y clara, comenzó la historia de su vida desta manera: «En esta Andalucía hay un lugar de quien toma título un duque, que le hace uno de los que llaman grandes en España.

Efectivamente, tan pronto como Amaury se acomodó en un asiento, le tomó el doctor la mano y mirándole fijamente, le dijo: Escúchame, Amaury: y yo somos como dos soldados que han peleado juntos en el campo de batalla; nos conocemos mutuamente, tenemos perfecta idea de nuestro valor y de nuestras fuerzas, y así podemos hablarnos con toda sinceridad, con absoluta franqueza. ¡Ay! repuso el joven.

Pero, hombre, cualquiera que le oyera a usted pensaría que Nieves había puesto sus ojos en algún foragido... ¡Caramba! dele usted a Leto el caudal del mejicano, y a ver si hay mejor acomodo que él para una chica soltera, en todo el orbe conocido... ¡Y como usted es pobre, gracias a Dios!... No es eso, señor don Claudio, precisamente... Mire usted: por de pronto, es una niña todavía...

Los nobles ricos buscaban a las aristócratas ricas, sus iguales; los nobles pobres buscaban su acomodo en la parte nueva de Vetusta, en la Colonia india, como llamaban al barrio de los americanos los aristócratas. Un indiano plebeyo, un vespucio como también los apellidaban pagaba caro el placer de verse suegro de un título, o de un caballero linajudo por lo menos.

Capítulo XXXVI. Donde se cuenta la estraña y jamás imaginada aventura de la dueña Dolorida, alias de la condesa Trifaldi, con una carta que Sancho Panza escribió a su mujer Teresa Panza Tenía un mayordomo el duque de muy burlesco y desenfadado ingenio, el cual hizo la figura de Merlín y acomodó todo el aparato de la aventura pasada, compuso los versos y hizo que un paje hiciese a Dulcinea.

Salvatierra fuese hacia el hogar al ver que el arreador se ponía de pie ofreciéndole su asiento. El tío Zarandilla se acomodó en el suelo junto a don Fernando, y éste, al mirar en torno, encontró los ojos de Alcaparrón y su dentadura caballar que brillaban al sonreírle. Mire su mercé, señó: esta es mi mamá.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando