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Actualizado: 2 de junio de 2025
Allí está la llave: la tomo, corro á la casa, abro; el viejo debe estar arriba durmiendo la siesta: entro, la veo, la hablo, la digo ... qué sé yo lo que le voy á decir ... y me vuelvo á escape. Si las viejas sospechan, inventaré cualquier mentira. No hay más remedio. Al fin llegó jadeando y con mucha fatiga al extraviado ridículo.
Tal vez, caviló él, si abro la caja que ella me dio, descubra el secreto y el camino que busco. Así desobedeció las órdenes que le había dado la Princesa, o bien no las recordó en aquel momento, por lo trastornado que estaba. Como quiera que fuese, Urashima abrió la caja. Y ¿qué piensas que salió de allí? Salió una nube blanca que se fue flotando sobre la mar.
Vuelvo á recordar al lector que no pretendo bosquejar sucintamente la historia de los lugares que visito: prescindo del Paris antiguo, y voy á limitarme á reseñar algunas de sus principales maravillas: no consulto ni abro ningun libro, de memoria escribo, y solo los recuerdos dictan mis descripciones.
No puedo ver si no abro las ventanas para que entre la luz: el fenómeno de ventana y vision están necesariamente enlazados. Pero es notable que no lo están siempre: de noche las abro y no veo; y necesito otro fenómeno auxiliar que es la luz artificial; y por mas que quiero no puedo alterar esa ley de dependencia.
A lo mejor, cualquier chusco se lo canta y ya tenemos jaqueca para rato... ¡Como no le dé por venir a matarme!... Eso tendrá que ver. Pero muy descuidada habría de cogerme, porque le deshago yo de un par de porrazos... Pero, ¿y si entra, se esconde, me acecha, y ¡pim!, me pega un tiro?... No; yo tengo que estar con mucho cuidado. Ni a Cristo le abro yo la puerta.
Al señor Villa le abro yo, porque es un caballero muy fino que hace cariñitos a las porteras... Vamos, deme usted una palmadita en la cara, como hace usted con Carmen. La criadita de los ojos negros escapó ruborizada. El comandante se enfadó o aparentó enfadarse.
No, no; es á ti á quien han llamado. Demetria, Demetria dijo la voz de afuera. ¿Lo oyes?... Abre, hija mía, abre á ese galán, que acaso venga de lejos y tenga necesidad de descansar un rato manifestó la madre rebosando de orgullo. Yo no abro, madre. El que está ahí afuera sin duda quiere reirse de mí porque soy niña.
En el camino mismo del combate nos esperaban cubanos triunfadores: se echan de los caballos abajo; nos abrazan y nos vitorean; nos suben a caballo y nos calzan las espuelas; ¿cómo no me inspira horror la mancha de sangre que hay en el camino? ¿ni la sangre a medio secar de una cabeza que ya está enterrada, en la cartera que le puso de almohada un jinete nuestro?». «Ya duerme el campamento: al pie de un árbol grande iré luego a dormir, junto al machete y el revólver, y de almohada mi capa de hule: ahora, abro el jolongo y saco de él la medicina para los heridos. ¡Qué cariñosas las estrellas... a las tres de la madrugada!
Comenzaba ya a caer la noche. »Muy bien, no hay ningún peligro, pienso, y entro en la casa. »En el momento en que abro la puerta de la sala, distingo en el crepúsculo una sombra que se desliza precipitadamente hacia afuera. »¿Quién puede ser? me digo. »Y la sigo. »En el cuarto del niño, ¿a quién encuentro?
Allí reformo el establecimiento al solo número de 12 familias; propongo los medios de su conservacion y subsistencia, y abro campo con el fomento de la pesca de la ballena, y abasto de la sal para que se sostenga y prospere sin gasto de la real hacienda; y estos medios son los únicos que le han de sostener y fomentar, y los que deben merecer toda la atencion del presente Gobierno.
Palabra del Dia
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