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No es necesario que el público sepa esta determinación que he tomado; pero si la sabe... Ya está ahí Narcisito. Voy a ponerme el sombrero y el abrigo para irme con él. Notabilísimo huésped había llegado al convento de Capuchinos de la villa, allá por los años de 1672.

¿Quién está ahí? gritaba Ronzal con su alabada energía. Mi abrigo... café con leche... tengo ahí dentro mi abrigo.... Ja, ja, ja... contestaban los de dentro. ¡Está esto que arde! le decía Joaquín Orgaz a una niña del barón, que sonreía y miraba al techo.

Al navegar por las costas de Cuba tuvieron mal tiempo, y Colón se refugió con su carabela en un abrigo de la costa, mientras el otro, marinero más atrevido y confiado en su habilidad, seguía adelante.

Corrió a su habitación, se echó un abrigo encima de los hombros y tomando al niño que le presentaba ya Juana se dirigió a la puerta de la calle. Tristán le interceptó el paso. ¿Adónde vas? Adonde no te vea replicó resueltamente la joven. Entonces en el cerebro de Aldama brilló un rayo de luz; tuvo por un instante la visión clara de su injusticia, de su increíble necedad, y cayó de rodillas.

Tan pronto envidia á las bohemias cargadas de hijos, que arrastran por las calles una miserable carreta, y cuecen su comida al abrigo de los cercados, como á las hermanas de la caridad, como á las cantineras, cuyas heroicidades ambiciona.

Carmencita tendió por su rostro una sonrisa llena de lágrimas. La vieja, angustiada, le acarició las manos, y al punto exclamó: ¡Qué frío tienes!... ¿No llevas bastante abrigo? ¿Estás también enferma? La acogió en su regazo como para darla calor, y comenzó a besarla. Carmen rompió a llorar con espasmo anhelante.

Es verdad que á nuestros pobres envilecían los mismos privilegios que hacían odiosos á los ricos; pero ustedes, quemando con la luz que han dado á los primeros las prerrogativas de los segundos y dejando las fortunas como estaban, han hecho pobres orgullosos, y ricos que á ciencia y conciencia son sordos á la voz del infortunio, y ciegos al aspecto de la miseria.... ¡Luces, ilustración!...; todo estaría bien si á su claridad hallase pan el hambriento y abrigo el que tirita de frío; pero, desgraciadamente, la tan decantada luz sólo sirve para hacer más patentes la miseria y la opulencia, y más insoportable para el pobre este eterno contraste.... Si esto es una preocupación mía, que lo diga la historia política y social de Europa de algunos años á esta parte.

Pero se tranquilizaba al considerar la solidez de la bóveda: vigas y sacos de tierra se sucedían en un espesor de varios metros. Quedó de pronto en absoluta obscuridad. Otro se había refugiado en el «abrigo», obstruyendo con su cuerpo la entrada de la luz: tal vez su amigo Desnoyers.

Pues bien, volved los ojos á la otra parte, ¿qué mirais? un mar que nos negará campo abierto á la huida, si con un infeliz revés nos maltratare la fortuna. En esta parte no esperemos amparo ni abrigo sino la muerte; i si solo fuere la muerte, acostumbrados estais á esperarla con pié firme i con sereno rostro; pero con ella nos espera la infamia. Volved los ojos á la otra parte.

A la Asumpcion se suben al abrigo, Los unos y los otros se han juntado: Que la virtud estando bien unida Mas fuerte vemos que es que desparcida.