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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Economía política, medicina, zoología, química, astronomía, estadística, arte de construcciones, material de guerra, etc., todo lo abrazaba su inteligencia realmente excepcional. Y lo más pasmoso del caso era que cuando tocaba cualquiera de estos ramos del saber lo hacía siempre en un punto concreto y especialísimo, lo cual probaba la solidez de sus conocimientos.
Y en su alegría, abrazaba al segundo, abrazaba a los marineros, abrazaba al capitán español, abrazaba a todo el mundo, hasta los cadáveres ensangrentados de Carlos y de Anita.
Pero, ¿y su hijita de sus entrañas? Cuando Belarmino decía entre sí «hija de mis entrañas», la frase adquiría casi sentido literal. Cuando abrazaba y besaba a su hija, o la miraba en adoración, o pensaba en ella, sentíase más madre que padre. Lo cierto es que Angustias no era hija de Belarmino, sino de una hermana suya que, a poco de morírsele el marido, murió ella de sobreparto.
Al entrar en el zaguán, Quevedo, que cuando iba á ciertos lugares, especialmente para entrar en ellos no desatendía ninguna circunstancia, y todo lo abrazaba de una mirada rápida, oculta, hasta cierto punto, por el verdoso vidrio de sus antiparras, se detuvo de repente junto al hombre que estaba en la puerta, le dió frente y le dijo encarándosele: ¿Cómo tu aquí?
Llegué finalmente á la confluencia de los rios Guaporé y Mamoré, y colocado en la punta misma del ángulo formado por la reunion de los dos mas grandes rios de aquellas regiones, yo abrazaba de una sola ojeada las corrientes de uno y otro. Existe entre ámbos el mas prodigioso contraste.
Cuando la iracunda planchadora le estrujaba entre sus manos, sentíase poseído de espanto, de amor, de respeto y de gozo, lo mismo que los héroes de la gentilidad cuando incurrían en el desagrado de alguna de sus diosas, tan bellas como terribles y vengativas. Caía de rodillas a sus pies pidiendo perdón, y se los abrazaba y besaba temblando de terror y voluptuosidad.
Es un falso, un hipócrita, y si no le aborrezco, no tengo perdón de Dios». En esto, sintió que Juan la abrazaba por la cintura... «Quítate, déjame... gritó ella . Estoy muy incomodada; ¿pero no ves que estoy muy incomodada?». Juan la vio temblorosa y sin poder respirar. «Perdone uste, señora» replicó bromeando.
Apenas se había apartado algunos pasos, cuando la doliente, quitándose del cuello la Santa Reliquia, empezó á llamar con palabras amorosas á sus galanes y en ademán de quien se abrazaba con alguno, acabó la vida, dejando á sus parientes afligidos y desconsolados por muerte tan desgraciada.
Este, olvidando lo pasado y queriendo aprovechar la felicidad que se le ofrecía de pronto, abrazaba á la visitante, besándola en la nuca. ¡Luego... luego! suspiró ella . Ahora déjeme ver. Siento una curiosidad de niña.
La marquesa abrazaba a su nieta como hubiera abrazado al ángel de su guardia, dando gracias a Dios desde lo íntimo de su pecho por haber dado a Jacobo el golpe de gracia con una espada de hoja de lata.
Palabra del Dia
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