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Otras veces recordaba melancólicamente al «buen amigo» que vagaría por el bulevar esperando su regreso, un joven verdaderamente chic, aunque pobre, con el que estaba en relaciones hacía algunos años. ¡Y las amigas! ¡Y los teatros! ¡Y había que abandonarlo todo por... el negocio! «La vida es triste, decididamente triste

Sus ojos volvieron á humedecerse. ¡Echar á ese pobrecito!... no puedes comprender ciertas cosas; mandas en los afectos con la misma arrogancia que disponías antes de las personas. ¿Crees que puedo abandonarlo? Soy su madre á pesar de todo, y una madre ya sabes cómo tolera y perdona. El infeliz no tiene la culpa de sus malos pensamientos: fuiste quien se los sugirió.

Tales eran las inquietudes que atormentaban al Capitán y a Van-Horn, más prácticos que los otros en cosas de mar. Con todo, no perdían el ánimo, y para no asustar a sus jóvenes compañeros, trataban de parecer tranquilos y confiados. El junco estaba perdido, y se hacía absolutamente preciso abandonarlo cuanto antes.

Muchas veces quise abandonarlo á su suerte, en vista de sus absurdas predicaciones contra el excelente gobierno de las mujeres, ¡pero le quiero tanto!... Lo conozco desde niño. Además, en los últimos días ha aumentado mucho mi afecto hacia él. ¿Se ha fijado, gentleman, cómo se le parece á usted?...

¿Y vuestros consejos? ¿A quién debo la resignación con que sufro mis desventuras de mujer y de reina, más que á vos? Lo debe principalmente vuestra majestad á su gran corazón. Ha habido momentos en que me he desalentado, en que he creído inútil la resistencia, en que he estado á punto de abandonarlo todo, de rendirme á mi desdicha.

Y volvía a reír cruelmente, regocijada por el contraste entre las palabras del discurso y aquella loca proposición de abandonarlo todo para seguirla en su correría por el mundo. ¡Ah, farsante!

Había nacido para más nobles y menos provechosos cuidados; bien claro se lo decía su demonio interior, el Inteleto: «Belarmino, vamos a discurrir cosas nunca oídasSu deber era abandonarlo todo, vivir de limosna, sufrir penalidades, dormir bajo los porches, alimentarse de hierbas, con tal de seguir la voz del Inteleto y dar con aquellas cosas nunca oídas que el geniecillo interior le prometía.

Paso á reflexionar que, sin embargo de no poder entrar en el puerto del Rio Negro sino embarcaciones de pequeño porte, con todo no debemos abandonarlo, porque de las márgenes de su rio é islas, se pueden extraer leñas para el abasto de la armazon que se pretende establecer en el de San José, por ser el lugar mas vecino de este; se pueden en dicho rio hacer las aguadas para los buques que la necesiten, siendo para este y otros fines indispensable conservar aquel presidio, para que cubra y defienda de los indios estos trabajos, y para procurar de atraer estos bárbaros al comercio de ganados y caballos, que pueden pasar de allí, como han pasado por tierra 100 caballos y 80 reses vacunas el año de 1783, tiempo en que dicho Salazar pasó desde San José al establecimiento del Rio Negro: y segun la extension de aquella península y sus abundantes pastos, se podrá aumentar el ganado, de suerte que pueda ministrar carnes á todas las poblaciones que se establecen en la costa Patagónica; pues si los ingleses pretendian tener habilidad para extraer por medio de los indios el oro de Chile, y comerciar con ellos, ¿porqué no la tendremos nosotros para extraer de los indios Pampas ganado y caballos?

Me arrodillé y apliqué el oído a su pecho; pero antes de que pudiera cerciorarme de su muerte el chirrido de las cadenas del puente al bajarlo, y un momento después descansaba en su lugar contra el muro, del lado del foso en que yo estaba. Iba, pues, a verme cogido en una trampa, y el Rey conmigo, si todavía estaba vivo. Tenía que abandonarlo a su suerte.

Pero ¿qué vas a hacer con este furgón? preguntó Frantz . Puesto que no tenemos tiempo de llevarlo al Falkenstein, mejor sería dejarlo en el cobertizo de Cuny que abandonarlo en medio del camino. , para que ahorquen al pobre viejo cuando vuelvan los cosacos, que estarán aquí antes de una hora. No tengas cuidado; se me ha ocurrido una idea. Frantz se unió al trineo que se alejaba.