Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 21 de mayo de 2025


No se hacía de rogar el Pituso. Empezaba a ser descarado. Jacinta sacó un paquetito de caramelos, y él, con ese instinto de los golosos, se abalanzó a ver lo que la señora sacaba de aquellos papeles. Cuando Jacinta le puso un caramelo dentro de la boca, Juanín se reía de gusto. «¿Cómo se dicele preguntó Izquierdo.

Las ballenas, que carecen de la vida fija de esos anfibios, van, sin embargo, de dos en dos en sus errantes paseos á través del Océano. Duhamel y Lacépède dicen que, en 1723, dos de estas ballenas que estaban heridas no se separaron nunca, y cuando estuvo muerta la una, la otra se abalanzó sobre su cuerpo lanzando horrorosos mugidos.

El gentío se abalanzó sobre el vencedor que miraba en torno de él con ojos de idiota y se dejaba arrastrar inerte y sin fuerzas hacia una taberna próxima. Buscó el doctor á sus compañeros y no vió á ninguno. Habían desaparecido como evaporados por la derrota.

Bebió un poco de vino, probó la fruta y se abalanzó por fin al café, como si éste fuese su único alimento. Después hizo seña al criado para que se llevase los platos casi intactos. Mira, hijo mío dijo con dulzura inesperada. Llévate todo eso; cómetelo y que de salud te sirva.

A su lado, míster Robert, inmóvil como él, contemplaba la pizarra con ira mal reprimida... Un corredor, ciego de furor, dió un palo sobre el encerado, y como si esto hubiera sido la chispa del incendio, míster Robert se abalanzó a la pizarra, de un salto prodigioso, y quiso arrancarla; quiso y no pudo, y entonces, con enérgico ademán, borró las cifras malditas.

No considerándose aún desagraviada Isidora con estos regalitos, negose a admitirlos; pero Mariano se abalanzó al plato más pronto que la vista, y arrebatando el turrón, empezó a engullir con tanta prisa, que no pudo su hermana evitarlo. «¡Malcriado..., glotón! le dijo cuando otra vez se quedaron solos . ¿No has comido ya bastante?». Mariano negó con la cabeza, por no poder hacerlo con la boca.

Maltrana, instintivamente, se abalanzó a la enferma, besándola repetidas veces, sin hacer caso de la extrañeza de Feli, que pugnaba por reunir sus recuerdos. La gitana, ayudada por su compañera, confeccionó en la cocina su famosa infusión, de la que hizo beber varias tazas a la enferma. Viendo tranquila a Feli, se fueron las dos viejas, recomendándola que no abandonase el lecho.

Después pronunció ardientes palabras de amor, y roto ya el freno de su bien utilizada hipocresía, se abalanzó a María Antonia, que le atraía con los ojos y le embelesaba con blanda risa, medio abierta la húmeda boca y dejando ver los iguales y apretados dientes, que parecían dos hilos de perlas. El la estrechó frenéticamente entre sus brazos y buscó los labios de ella con sus labios.

Luego las chupó. Pero el dolor era tan recio que exclamó al fin sollozando: ¡Ay mis manos! En aquel momento se alzaron ante ella entre las sombras de la noche dos enormes figuras que la dejaron helada de espanto. Una de ellas se abalanzó y la cogió por un brazo. ¿Qué haces ahí? dijo con voz bronca. La justicia del barón.

Más te hubiera valido no haber hecho tanto dijo Ramón, a quien daba un valor inaudito el entusiasmo que le inspiraba la canción de Atala, y su indignación al verla menospreciada. Al oír estas palabras, la mujer se abalanzó a su diminuto marido, el cual, lleno de espanto, sólo tuvo tiempo de poner la guitarra sobre una silla y echarse a correr.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando