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Un grupo de oficiales de Infantería y Caballería ocupaba un banco entero, y el sol parecía concentrarse allí, atraído por el resplandor de los galones y estrellas de oro, por los pantalones rojo vivo, por el relampagueo de las vainas de sable y el hule reluciente del casco de los roses.

Todos los demas ginetes, trompetas y oficiales de las cuatro compañías, traían marlotas de terciopelo verde aforradas en tafetan blanco, con cercos de una trenza de plata y seda, y caperuzas de lo mismo, y banderas de las mesmas colores en las lanzas, y muy buenas adargas: debajo traían muy buenas armas todos, espadas y dagas plateadas, vainas de terciopelo verde y talabartes bayos.

No insistí más que en las escaramuzas. En una de ellas, mientras esperábamos un convoy enemigo ocultos en un bosque de robles, sentí cierto campanilleo extraño y temeroso. Eran las espuelas de los soldados de caballería, que chocaban, por el temblor de las piernas, con las vainas de los sables. ¿Cómo por el temblor? Yo pensé que los valientes voluntarios del rey no temblaban jamás. ¡Oh!

Así, pues, ¡huid!... ¡huid!... no habrá cuartel para vosotros. ¡Muera Punto el traidor, muera! y todos los cuchillos salieron de sus vainas.

Si las velas cuadras llevaban bolinas y amuras y escotas como actualmente y si la forma era rectangular ó trapecial. Si estas velas llevaban vainas ó fajas y relingas en el gratil y las caídas. Si llevaban los envergues y las fajas de rizos dispuestas como ahora se usan ó si llevaban bonetas. Si los rizos estaban pasados por ollaos ó en otra forma.

Las vainas las hacen también de madera, en dos piezas á lo largo, sujetas con abrazaderas de bejuco ó de latón. Para el asta de sus lanzas suelen emplear la madera del Guijo ó el Palasan, especie de bejuco, grueso y consistente. Usan armas de fuego, siendo éstas fusil y cañón, de antiguos sistemas, desechos del Ejército, por más que tengan algunas de retrocarga y de repetición.

Dotados de una rara sensibilidad, bastaba el paso de una nube ante el sol para que se contrajesen en el interior de los tubos, quedando éstos sin su vistoso capitel, como palmeras desmochadas. Luego, lenta y prudentemente, iban surgiendo otra vez los animados pinceles por la abertura de sus vainas, flotando en el agua con ansiosa espera.