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El doctor Voronof podrá rejuvenecer a un carnero de catorce años, a un loro de ciento cincuenta y a una carpa de doscientos; pero no así a uno de nuestros políticos. Y es que para devolverle la juventud a un animal cualquiera, se necesita una cosa que no depende ni del doctor Voronof ni tampoco del animal. Se necesita, sencillamente, que el animal en cuestión haya sido joven alguna vez.

Una colocaba su ilusión en el pasado, queriendo rejuvenecer la soberanía de la fuerza, la divinidad de la guerra, y adaptarlas á la vida actual. Lo otra muchedumbre preparaba el porvenir, soñando un mundo de democracias libres, de naciones en paz, tolerantes y sin celos.

BEAUVALLON. ¡Desgraciada...! ¡El enamorado de esa dama, el enamorado para quien ella quiere rejuvenecer... soy yo...! LA CHOUTE. ¡Imposible...! BEAUVALLON. ¡Y yo estaba loco por esa mujer...! ¡Después de lo que , no la veré más...! LA CHOUTE. ¡Quia, amigo mío...! ¡Déjate de historias...! ¡No vas a quitarme una cliente de treinta mil francos...!

Era el mismo cuadro de antes embellecido por el prodigioso brillo de una nueva vida. Causábame asombro encontrarlo todo tan incomparable y que una sola influencia hubiera tenido el poder de cambiar el aspecto de las cosas hasta el extremo de rejuvenecer tantas decrepitudes y reemplazar aspectos tan morosos por semejantes alegrías. Las noches eran cortas, las tardes calurosas.

Hago voto de no descubrir este ojo hasta haber visto la tierra de España y realizado en ella un hecho de armas que redunde en honra de mi patria y de mi nombre. Así lo juro sobre mi espada y sobre el guante de mi dama. Al veros y oiros me siento rejuvenecer veinte años, Morel, le dijo su amigo cuando hubieron montado y puéstose en camino hacia la Puerta del Mar.

El doctor Voronof sabe muy bien lo que se dice y nos asegura que los médicos pueden rejuvenecer a la humanidad sin más que injertar en los organismos decrépitos las glándulas intersticiales de organismos vigorosos. Por este procedimiento ya le ha devuelto el doctor Voronof la juventud a numerosos carneros. ¿No se la podría devolver también a algunos de nuestros políticos?

Dupont, que había traído artistas de Sevilla para decorar la iglesia, y encargado a los santeros de Valencia varias imágenes deslumbrantes de colorines y oro, sintió cierto remordimiento ante la antigua casa de los viñadores, no atreviéndose a tocarla. Tenía mucho carácter; equivalía a un atentado rejuvenecer con reformas este refugio de los braceros.

Por otra parte, ¿es que los ex ministros seguirían cobrando sus cesantías cuando volviesen a la edad en que eran simples diputados? Porque si seguían cobrándolas, el fracaso del doctor Voronof no podía ser más evidente. Decididamente, no creo que sea nada fácil rejuvenecer a un político español.