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¿Y no ties na que icirme? ¿Endimpués que no nos vemos en toa una semana, te quedas como una boba mirándome como si juese yo un mal bicho? ¿Y qué te he de icir yo, arrastrao?... Que te quiero mucho: que toos estos días los he pasao con una penita muy jonda, muy negra, pensando en mi gitano...

A media noche, cuando se retiraron fatigados a su domicilio después de haber paseado por las calles y oído media Africana en el teatro de la Princesa, Jacinta sintió que de repente, sin saber cómo ni por qué, la picaba en el cerebro el gusanillo aquel, la idea perseguidora, la penita disfrazada de curiosidad.

«Nada más que un poco de escozor, una penita... Pero todo lo veo... A usted, querido Pez, le encuentro más joven... Pues mi mujer se ha quitado quince años... ¡Por vida del sayo de las once mil vírgenes...! Estoy loco de alegría... Nada más que un borde rojizo en los objetos, nada más... la claridad me ofende un poco... Cuestión de algunos días... Abrázame, mujer, abrazarme todos...».

Y lo voy a hacer, , lo hago y me cuelgo si no me miras y me dices algo... Cojita graciosa, enanita remonona, mira, oye: si quieres que te quiera más que a mi vida y te obedezca como un perro, hazme un favor que voy a pedirte; tráeme nada más que una lagrimita de aquella gloria divina que tienes, de aquello que te recetó el médico para tu mal de barriga... Anda, ángel, mira que te lo pido con toda mi alma, porque esta penita que tengo aquí no se me quiere quitar, y parece que me voy a morir.

Te haré comprender mejor la grandeza de este cariño diciéndote que por evitarte un padecer leve, tomaría yo para los más espantosos que pudieran imaginarse. Abnegación es eso. PANTOJA. Considera cuánto padeceré ahora viendo que no puedo evitarte una penita, un sinsabor... ELECTRA. ¡A ! PANTOJA. A ti. ELECTRA. ¡Una penita...!

Tanto y tanto le predicó, que al cabo el pobre muchacho hizo propósito de ir; y al día siguiente, en un rato que le dejó libre la botica, tomó el camino de la calle de Tabernillas, más muerto que vivo, pensando en lo que diría y lo que callaría, con la penita muy acentuada en la boca del estómago, lo mismo que cuando iba a examinarse.