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13 Así dijo el Señor DIOS: Por cuanto dicen de vosotros: Comedora de hombres, y matadora de los hijos de tus naciones has sido; 14 por tanto, no devorarás más hombres, y nunca más matarás los hijos a tus moradores, dice el Señor DIOS. 15 Y nunca más te haré oír injuria de gentiles, ni más llevarás denuestos de pueblos, ni harás más morir los hijos a tus moradores, dice el Señor DIOS.

La música es trivial y agradable, pero como comedia, la pieza se arrastra de una manera matadora. El jefe de la escuela estética viajaba entonces en los Estados Unidos, contratado por un empresario como un simple tenor y obligado a producir frases estéticas bien limadas, en sitios como Mount-Vernon, el Niágara, el Capitolio, etc.

El sol se levantaba, ahuyentando las nieblas; el viejo campanario, las casas, el puerto, la punta del Rompeolas iban apareciendo ante mi vista. No qué influencia deprimente tiene en la mañana, que es como una matadora de ilusiones; todo lo que me parece fácil y asequible de noche se me figura erizado de dificultades al amanecer. Era demasiado temprano para ir a ver a Mary.

La hermosa, la hermosísima hija, digo, si en los dos años que no la veo no la han dado viruelas, la matadora de corazones, engendrada por el buen Ignacio Soldevilla. ¿Y dónde está su padre? En Nápoles con el duque de Osuna. ¡Ah! ¡diablo! ¡diablo! paréceme que si los muchachos se quieren, podremos tener boda; pero maravíllame que doña Clara, que no le ha conocido hasta esta noche...

Fuè cierto celebrada allí su saña, De aquesta matadora sin medida, Con tanta crueldad y tan estraña, Que no podrá de alguno ser creida, No hizo ella jam

El capitán, por una galantería, se aparta ligeramente de la ruta y lanza el buque entre dos islas, cuyo aspecto verde, alegre, rompiendo la matadora monotonía del Océano, encanta la mirada y levanta el corazón. Ambas están cultivadas prolijamente, y el esfuerzo humano se ostenta en todas las faldas de la montaña.

Tenía su cantar o letra, como resulta del verso de Lope: "La Zarabanda está presa, Que dello mucho me pesa; Que merece ser condesa Y también emperadora. ¡A la perra mora! ¡A la matadora!" Y "pierde el oficio de conjunción y toma el de simple adverbio en interrogaciones y exclamaciones directas... Fácil es percibir la énfasis de esta conjunción adverbializada así." Bello, Gramática, 1286. El Sr.

Yo reniego de la sangre que va a mezclarse con la de la gente vil, matadora de Cristo, y me quedo con la mía, con la de mi padre, que acabará conmigo pura y honrada. Señalaba la puerta con ademán arrogante, dando por terminada la entrevista. Pero luego pareció darse cuenta de lo extemporáneo y teatral de su protesta, y bajó los ojos, se humanizó, tomando un aspecto de mansedumbre cristiana.