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Yo no entiendo estas palabras: «eternidad», «infinito», «vida», «muerte». Sin embargo, nos explicamos con ellas; nos explicamos sin entendernos, y esto es precisamente lo más entretenido de la vida. Y así vamos, apaciblemente, acercándonos a un fin desapacible. Todo esto me lo sugirió la lectura del místico flamenco, al cual debí, durante algunas horas, un verdadero estado de gracia.

Por otra parte, el que tenía la llave de la cadena de la lancha era un señor que vivia en la primera casa de Izarte. Este señor estará ahora en la playa. Idos por el arenal y lo encontraréis. Avanzamos por la playa de las Animas. Primero encontramos un hombre alto, rojo, con patillas cortas, a quien explicamos lo que nos pasaba y que no pareció entendernos.

Pero bien, ¿en qué consiste? ¿cuál es la naturaleza de esta línea? ¿en qué se diferencia de la recta que explicamos ayer? ¿Son lo mismo la una que la otra? Oh! no: esta es así.... redonda.... aquí hay un punto.... Se acuerda V. de la definición que da el autor?

Su cara veíase surcada profundamente de grandes y rectas arrugas a través de su frente; era la fisonomía de un hombre que durante años había estado expuesto a los rigores e inclemencias del viento y del tiempo de diferentes climas. Después de saludarnos, se rió alegremente cuando le explicamos nuestra admiración por las casas viejas.

Lo mismo existe la negacion del contacto entre dos superficies que disten entre una millonésima de línea, como un millon de leguas. Esta negacion pues, nada explica, deja subsistente la misma dificultad. Si se pregunta en qué consiste la contigüidad de dos superficies, lo explicamos por la inmediacion; decimos que se tocan porque no hay nada entre los dos, porque no hay distancia.

Aquella misma tarde, a eso de las seis, habiéndome reunido con Reginaldo, pues así lo habíamos convenido, en el estudio del señor Leighton, los tres subimos a un coche y nos dirigimos a la Scotland Yard, donde tuvimos una larga conferencia con uno de los oficiales superiores de la policía, a quien explicamos las circunstancias y nuestras sospechas de que se hubiera cometido un crimen.

Los predicables son cinco, es á saber, género, ó la parte esencial de una cosa mas comun á otras, como quando de Ticio decimos, que es animal; pues en esto explicamos una porcion de su ser comun á otras cosas distintas de Ticio: Especie, ó la clase inmediatamente contenida debaxo del género, como en Ticio el ser hombre; pues en otra clase de animal estan las bestias, por donde el género animal encierra las dos especies: Diferencia que es la parte propia y peculiar de la esencia de una cosa, por la qual la nocion universal del género se contrahe á una determinada especie, como es en Ticio el ser racional; pues con esto se determina no ser como quiera animal, sino animal racional: Propio, que es una cosa necesariamente conexâ con la esencia, como que dimana de ella, y no se puede separar; asi el poder reirse y admirarse es propio del hombre: Accidente es una cosa que puede estar, ó no estar en otra sin perjudicar á la esencia de ella, como el vestir en el hombre.

Las artes pacíficas no encontraron poderosos estímulos en el carácter sombrío del soberano, y de este modo nos explicamos la melancolía que inspiraba al poeta Jorge Manrique, que vivió lo bastante para ver tan tristes días, cuando, al recordar la espléndida corte de D. Juan II, se expresa así: «¿Qué se hizo el rey Don Juan?

Esto confirma lo que hemos indicado mas arriba de que no conviene figurarse todas las ideas como una especie de tipos semejantes á las cosas; y que muchas veces no podemos dar explicacion ninguna de esos fenómenos internos que apellidamos ideas, sin embargo de que con ellos conocemos y explicamos los objetos.

Pero, no prosigamos por este camino, que habría materia para llenar un volumen; y vengamos al tema de este articulejo, en el cual vamos á dar á conocer algunas profesiones, que en los siglos pasados tuvieron gran auge, y cuya existencia no nos explicamos ni acertamos á comprender hoy.