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¿Qué has estudiado hoy? preguntábame al llegar. Nada. ¿Cómo nada? Me fastidia el estudio decía yo con tono cansado. El pobre cura estaba consternado. Preparaba largos discursos y me los espetaba de un tirón, pero producían el mismo efecto que si los hubiera dirigido a un piel roja. Por último súbitamente me volví triste.

Tía que le cuida, mujer guapa que le mima también y que se mira en las niñas de sus ojos... Como que es la verdad... Carambita, pues si yo tuviera una mujer así...». Al llegar a esta parte de la reprimenda que Segismundo le espetaba más en serio que un ladrillo, Rubín se había tranquilizado tanto, que casi estaba dispuesto a oírle con benevolencia y hasta con jovialidad.

¡Comed y bebed! les decía la labradora ; esto no se ha acabado aún, y tendréis necesidad de que no os falten las fuerzas. ¡Eh, Frantz! ¡Descuelga ese jamón! Aquí están el pan y los cuchillos. Sentaos, hijos míos. Frantz, con la bayoneta, espetaba los jamones en la chimenea.

Malo es siempre dar que hablar; pero dar que hablar sin motivo es malo y tonto. Don Paco depuso el enojo, no acertó a responder a Juanita con ninguna frase concertada y se fue, despidiéndose de ella resignado y triste. Pasaron días y vino el obispo, como se espetaba.

El pobre moceton, apesar de sus 30 años y su sangre azul, no podia soportar que nombrasen siquiera á las mujeres, y para atormentarle, un Genoves marino que le acompañaba le espetaba á cada diez minutos una historieta de italiano y soldado, que hacia espeluznar al inocente mancebo.

Quilito, con la cara muy afligida, dijo que los había gastado en muchas cosas, en muchísimas cosas, en libros, por ejemplo... Bien está, le prestaría los dos pesos, pero con la condición que no había de tirarlos de mala manera. Y mientras el joven intentaba hacerla dar unas vueltas de vals, en señal de regocijo, ella le espetaba el sermoncito con que solía sazonar sus dádivas.

Allí mismo espetaba su discursito, ungido de la doctrina moralizadora más ortodoxa, semejante a un fraile que, dominado de la gula y con todos los síntomas de su pasión a la vista, predicara la abstinencia, y se iba en busca del corredor favorito, a darle órdenes.