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Pero ¿cómo quiere usted que piense en su tío? Apenas sabe que existe. ¡Bah! la pequeña es avisada; le bastará un momento de memoria, para enviaros a paseo, si la mortificáis, y sus buenas rentas desaparecerán con ella. ¡Ah! tenéis razón... No le pegaré más, pero... Se alejaban y no el final de la frase. Después de la comida, a la que no quise asistir, salí en busca de Susana.

19 Mas espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo, entendido vuestro estado. 20 Porque a ninguno tengo tan unánime, y que con sincera afición esté solícito por vosotros. 21 Porque todos buscan lo que es suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. 24 y confío en el Señor que yo también iré pronto a vosotros.

Don Ramón continuó: Pues Guzmán el Bueno, para no entregar a Tarifa, envió a los moros un cuchillo con que degollasen a su hijo muy amado. Los dineros son la Tarifa de mi mujer, y no los entregará aunque me degolléis. Lo que no hará tampoco, echando con esto la zancadilla a Guzmán el Bueno, es el gasto inútil de enviaros el cuchillo, aunque sea el peor de la cocina.

Es que no puede darse menos á un hombre como vos; contáos casi seguramente por capitán, y para que pueda enviaros la real cédula, dejadme noticia de vuestra posada. No todavía cual ésta sea. ¡Ah! pues entonces, volved por acá dentro de tres días. Para que podáis verme á cualquier hora, decid cuando vengáis que os envía el rey. Muy bien, padre.

25 Mas tuve por cosa necesaria enviaros a Epafrodito, hermano, y compañero y consiervo mío, y vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; 27 Pues en verdad estuvo enfermo a la muerte, pero Dios tuvo misericordia de él; y no solamente de él, sino aun de , para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza.

Sacó el joven el estuche, y del estuche la sortija. Entonces pasó por la vieja una cosa extraña. Se estremeció, tembló, y su pequeño ojo bizco y colorado, se puso á bailar mirando la sortija. Rica es, en efecto; pero me parece que pedís mucho: en fin, lo que yo puedo hacer es enviaros... mejor... mi marido os acompañará. Melchor, lleva á ese caballero á casa del señor Gabriel Cornejo.