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Además, había oído decir que los señores toledanos no desdeñaban el trato de los espaderos insignes y que las fraguas de la ciudad eran sitio de reunión y de esparcimiento de los nobles. Aquellos artífices eran merecedores sin duda de un respeto especial.

En ellos vese ostensible el gusto artistico de los vencidos, y cómo se lo adaptaron los vencedores; ¿qué mucho, pues, que los telares sevillanos fuesen desde entonces famosos, cuando el mismo monarca y sus hijos no desdeñaban de emplear en sus vestiduras telas sarracenas, hasta con leyendas alcoránicas?

Los caballeros no desdeñaban alternar con él. Los artesanos, á cuya clase pertenecía, le respetaban como su ideal: era la encarnación de sus gustos y deseos. Pontes, con quien había trabado amistad hacía algunos años, le adoraba.

Los mismos frailes no se desdeñaban de pasar horas enteras en su tienda, ya á la vista del público, ya en los aposentos del interior en agradable sociedad... Aquella noche, pues, la sala presentaba un aspecto curioso.

Del sexo masculino asistían los poquísimos que en Madrid estaban, y eran de la clase más baja; pero es el verano muy democratizante, y mis queridos Bringas, anhelosos de sociedad, no se desdeñaban de alternar, en una tertulia al raso, con porteros de Banda y de Vidriera, con el encargado del Guardamuebles, con el ayudante de Platería, con dos casilleres, gente toda de seis mil reales para abajo.

Doña Beatriz se mostró expansiva y acabó por estar justamente jactanciosa. Declaró con orgullo que tenía por gloria suya el haber amado al aventurero genovés, el haber descubierto y reconocido todo el valer de su espíritu y el haber creído y esperado en la alta misión que le habían confiado los cielos, cuando todavía eran muy pocos los hombres que no le desdeñaban.

Porque en aquella época eran muy pocos todavía los que desdeñaban este calzado patriótico y confortable. Tal cual pollastre que por haber estado en Valladolid estudiando medicina se creía por encima de estas ruindades y alguna que otra damisela melindrosa que afectaba el no saber andar con ellas.

Semejante posición no era en aquella época humillante, porque españoles nobles y principales no se desdeñaban de servir á Papas y Cardenales, arrastrados por el deseo de ver el mundo, por la protección que en ellos encontraban, y por la perspectiva de obtener pingües beneficios, que los reconciliaban con su estado.

Gran fe tenían los monjes en sus rezos y en la misericordia de Dios, pero no desdeñaban la mundana prudencia.

De este gracioso estilo del renacimiento hay otros muchos ejemplares en ajimeces esquinados, en galerías, ventanas, aldabones y otros resíduos de construcciones palacianas , que vió erigir Córdoba en aquellos dias, para ella mas afortunados, en que los nobles de su tierra no se desdeñaban de habitar una ciudad de provincia despues de haber adquirido fama, riquezas y nuevos blasones en sangrientas campañas de mar y tierra lejos de su patria.