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Bocas de minas que fluían la codiciada hulla manchando de negro los prados vecinos; alambres, terraplenes, vagonetas, lavaderos; el río corriendo agua sucia; los castañares talados; fraguas que vomitaban mucho humo espeso esperando que pronto las sustituirían grandes fábricas que vomitarían humo más espeso todavía.

Traspuso la puerta, cruzó un patio lleno de pilas de lingotes de hierro, y entró en una nave larga y anchurosa, iluminada por ventanales tras cuyos vidrios empañados se adivinaban muros ennegrecidos, montones de carbón, chisporroteo de fraguas, y altas chimeneas que en nubes muy densas lanzaban a borbotones el humo pesado y polvoriento de la hulla.

Esa explotacion da lugar naturalmente á un gran movimiento industrial y comercial, alimentando en Bélgica el trabajo de centenares de hornos, fraguas y herrerías en que la industria metalúrgica produce muy fuertes valores, consistentes en artículos de maquinaria, quincallería, etc., notablemente apreciados, y dando lugar á un prodigioso movimiento de trasportes.

Cuando lanzó el Taal la furia de sus fraguas brotaron de sus cráteres tus impetuosas aguas, y sobre sus burbujas tenues borlas de enaguas se arrastraron las casas cual débiles piraguas. Tus hermosas cascadas, al caer espumantes, engarzan en el aire millones de diamantes, y en las noches parecen sus rugidos vibrantes monótonos quejidos de fantasmas errantes. ¡Madre, madre laguna!

Se encuentra tambien á la parte nordeste, despues de haber cruzado un pantano de una legua de ancho, un terreno seco, muy notable por la gran cantidad de pepitas de hierro hidratado que cubren el suelo, y de las que se podria sacar un pingüe provecho para el establecimiento de herrerías catalanas ó de altas fraguas, hallándose poblados de bosque todos sus contornos.

, que al partír de Cuba, inclinada la frente, cojiste tierra, "para besarla eternamente", lee en el libro abierto de mi Naturaleza, donde es panal la vida y otro Dios la belleza, donde, como en un pórtico de bienaventuranza, encontrarás a cada aurora una esperanza, y en la mujer, la flor, el nido y los alcores, oirás la sinfonía de todos los amores; el cielo, siempre azul, sin mácula ni daño, que da eternal cobijo al propio y al extraño; los árboles ciclopeos que alzan la copa al cielo y hunden, por defenderse, la raigambre en el suelo, de corteza tan amplia, que unida la cintura de tres gigantes de descomunal figura; el Apo y el Maquiling, el Taal y el Mayón de fraguas encendidas como un gran corazón, incensario de fuego hiriente en el altar de la patria, como un eterno luminar, como idea que salta del crisol de tu mente, como el anhelo indígena de ser independiente...

Seguían en su ritornelo las vihuelas, limpiábase el pecho para empezar de nuevo, tal vez con algún madrigal competidor del soneto, el encendido amante, cuando las voces de ¡ténganse a la justicia! que vinieron de lo alto de la callejuela, cortaron en un punto el puntear de las vihuelas, y dejaron lugar al chocar de los broqueles, que apresuradamente los músicos se arrancaban del cinto, y que tal vez al desenvainar las espadas daban contra sus gavilanes; y a poco, no era ya dulce música lo que en la calle se oía, sino áspero son de espadas, que por los raudales de chispas que de ellas saltaban, no parecía sino que se habían allí reunido todas las fraguas de Vulcano.

Entre las pequeñas ciudades industriosas de una y otra márgen, cuya poblacion se eleva de 2,500 á 6,000 almas, merecen particular mencion: Vallendar, situada á la extremidad de un pequeño valle; Bendorf, notable por sus fraguas que trabajan el hierro; Newried, capital del principado del mismo nombre; Andernach, rodeada de fortificaciones considerables y bastante curiosa; Linz, tambien defendida por murallas de basalto.

Es rarísima la casa de gitano que no tiene un piso subterráneo que se registra desde la calle. Las habitaciones que están al nivel de la calle sirven para dormitorios y demás usos; las profundas ó cavadas en la tierra contienen los obradores, talleres y fraguas. Evidentemente hay en los Gitanos una tendencia á la vida subterránea, que no se concilia en apariencia con las costumbres nómades.

Además, había oído decir que los señores toledanos no desdeñaban el trato de los espaderos insignes y que las fraguas de la ciudad eran sitio de reunión y de esparcimiento de los nobles. Aquellos artífices eran merecedores sin duda de un respeto especial.