United States or Egypt ? Vote for the TOP Country of the Week !


El frac es tan indispensable para el Gobernadorcillo, como el sombrero de copa, el bastón y la camisa de chorreras. El sombrero suele legarse y servir en tres ó cuatro bienios; la camisa lo mismo que el bastón podrán ser manufacturas de el pueblo, pero lo que es el frac necesariamente ha de estrenarse y pasar por el corte de los sastres de Manila.

Era por aquel tiempo el marqués, sin ser derrochador, bastante libertino; pero no con aquel aristocrático libertinaje de los Lauzun y los Frousac, señoriles hasta en sus vicios, caballerescos hasta en la infamia, que sacudían de todo lo vulgar y grosero, con la misma elegante pulcritud con que sacudían el polvillo del perfumado tabaco de sus chorreras de encaje.

Pedro López comparaba en La Flor de Lis el salón de Currita con aquellas famosas tertulias que comenzaron en el hotel Rambouillet y acabaron con madame Staël, Recamier, Tallien y Girardin; y ciertamente que si no se encontraba en aquel como en estas la culta y amena conversación y la urbanidad más exquisita de antaño, que ha venido a ser hoy entre damas y caballeros como atributo exclusivo de las pelucas empolvadas y las chorreras de encaje, encontrábase de igual modo aquel principio disolvente de toda moral, que consiste en tolerar y autorizar el escándalo.

Acordábase D. Manuel de aquel lance como si hubiera ocurrido el día anterior; veía a su abuelito, D. Antonio Moreno, que todavía usaba chorreras, corbatín de suela y casaca a todas las horas del día.

En este último pueblo descansamos un par de días, al cabo de los cuales volvimos á pisar la casa Real de Tayabas. Costumbres. Aprobación de actas. Un Gobernadorcillo electo paseando por Manila. El sastre municipal. Los faldones del frac, el sombrero de copa, la camisa de chorreras y el bastón. Vajilla, lámparas y rancho. Diez varas de glasé y diez de gró. Los caballeros utraques.

Colgaban de las paredes algunos retratos viejos, de familia, por orden de antigüedad, desde la cota de malla hasta la peluca y las chorreras; dos grandes cornucopias de talla dorada, semejantes a las que había en mi habitación de la casona de Tablanca, y un San Jerónimo penitente, muy estropeado.