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Actualizado: 25 de julio de 2025
Cuando un andaluz se pone a decir: «¡Vamoj, hombre! ¡Mardita zea! ¡Mijte quej grande!», y todo el mundo le escucha con gran contentamiento, como si dijera algo sumamente ingenioso, yo me abismo en amargas reflexiones. He ahí un hombre con gracia me digo . ¡Y pensar añado que si ese hombre hubiese nacido en la provincia de Pontevedra no tendría gracia ninguna!...
Este Congreso, sin autoridad legítima, nombró como funcionarios del poder legítimo á los generales Fernando Toro y Simon Bolívar, con el coronel Francisco Javier Maiz y por suplentes á Zea, al coronel Vallenilla y á Madariaga, que acababa de llegar de la Península española.
Estas atribuciones podia delegarlas en caso de necesidad; y mientras se hallase en campaña, el ciudadano Francisco Antonio Zea, en calidad de Vice-Presidente, ejerceria la potestad ejecutiva. El ministerio de Estado quedó compuesto de los señores: coronel Pedro Briceño Mendez como ministro de Guerra y Marina, Diego Bautista Urbaneja del Interior y Justicia, y el Dr. Manuel Palacios de Hacienda.
No esperó la respuesta el P. Provincial, sino que se puso luego en camino hacia el Mamoré, acompañado del P. Zea, que después de cinco meses de trabajosas Misiones en aquellos desiertos, se ofreció á servirle de guía; y lo que causa más admiración es que estaba resuelto, si no estuviese pronto el barco del P. Arce, á hacer algunas canoas y conducir en ellas al P. Vice-Provincial hasta la Asunción, por medio de tantos peligros y enemigos.
Los PP. José de Arce, Juan Bautista de Zea y Francisco Hervás, suplicaron al P. Superior Bartolomé Ximénez que pasasen adelante á las Rancherías de los infieles á tomar lengua; pero siendo éste de contrario parecer, fué necesario rendirse; antes bien, conociendo que menguaba la corriente más cada día y corría peligro el barco de hacerse pedazos en los escollos ciegos si se parasen allí algún tiempo más, determinó dar la vuelta después de haber gastado mes y medio en andar en busca del camino.
Zea, ese talentazo, ese inventor de la pólvora y de los pasteles.... Pues nada: rogó a los militares que juraran defender la sucesión directa y el tronito de la titulada, Isabel II. Tenemos monarquía de muñecas.... Y ellos juraron, y tras de aquellos fueron otros y juraron también. ¡Patarata! exclamó Orejón todo eso es música, música.
Usted ha visto un panorama maravilloso; pero le falta aún la visita íntima, cara a cara con el torrente, la visita que hicieron Bolívar, Humboldt, Gros, Zea, Caldas, uno de los Napoleones, y en el remoto pasado, Gonzalo Jiménez de Quesada y los conquistadores, atónitos. Nos pusimos en marcha, trepando a pie la misma senda que con tanta dificultad habíamos descendido.
Jí, jí. ¡Y creerá el bobillo que ha puesto una pica en Flandes!... Yo llamo el bobillo a ese señor Zea, que es una especie de ministro embalsamado, como el Rey ha venido a ser un Rey de papelón. El Gobierno se cree fuerte, Sr. Carnicero, y parece decidido a echar una losa sobre el partido de D. Carlos. Mucho cuidado, amigo, que ahora parece que tiran a dar.
Pero lo que me llena de estupor y maravilla, es que en medio de tantos trabajos é incomodidades, no hayan hasta ahora muerto entre tantos operarios más que tres ó cuatro, siendo así que hay quien ha trabajado veinticinco y treinta años; pero es singular providencia del Altísimo, que quien ningún caso ha hecho de su vida por su servicio, se conserve más sano y mejor que si hubiera vivido en las comodidades de un colegio, como yo ví, con grande estupor, en el P. Juan Bautista de Zea, que en edad de sesenta y cinco años parecía joven de poco más de treinta en el aliento y valor.
Zea ha emprendido el desarme de los voluntarios realistas?... Sí, el fantasmón de Castroterreño en León y el mentecato de Llauder en Cataluña ponen despachos al Gobierno diciendo que han quitado las armas a los voluntarios realistas. ¿Usted lo cree? ¿Usted cree que se pueden quitar los rayos al sol?
Palabra del Dia
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