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Actualizado: 16 de noviembre de 2025
D.ª Carolina sacudía la cabeza con ira cada vez que su yerno volvía la espalda. Al fin, una mañana en que Carlota estaba fuera de casa, la sagaz señora hizo una seña expresiva a su hija menor, y ésta se apresuró a levantarse y salir del gabinete. Quedaron solos suegra y yerno. Sin alzar la cabeza de la costura D.ª Carolina comenzó a hablar con voz un poco alterada.
Indudablemente, como creía el capitán Pablo, este viaje era para encontrar un yerno lejos de las preocupaciones que perseguían en la isla a los de su raza. Al cerrar la noche llegó el Capellanet llevando la cesta de la cena.
Entonces enteró a su yerno de cuanto le ocurría; y Arturo, que se había propuesto brillar en el ancho campo de la política a expensas de su suegro, halló más conveniente, si no más placentero, pedir a éste un atril en su escritorio y ayudarle con todas sus fuerzas a levantar el edificio que parecía desmoronarse.
Anoche, andando de ronda, topé una muy hermosa doncella en traje de varón y un hermano suyo en hábito de mujer; de la moza se enamoró mi maestresala, y la escogió en su imaginación para su mujer, según él ha dicho, y yo escogí al mozo para mi yerno; hoy los dos pondremos en plática nuestros pensamientos con el padre de entrambos, que es un tal Diego de la Llana, hidalgo y cristiano viejo cuanto se quiere.
Algunos meses después don Íñigo recibía una carta de su amigo Sancho Dávila haciéndole saber la manera admirable como su yerno había sacrificado la vida en un encuentro con los hugonotes de Francia.
Su abuelo persistía en el honrado propósito de arreglar más a justicia estas cosas, que le repugnaban; pero su esfuerzo alcanzaba a poco. Por de pronto, cada día se alejaban más de la casa de su yerno, porque cada vez le eran más insoportables «las majaderías y sandeces» que observaba en ella.
El día que supo que una de aquellas que había en la exposición estaba vendida en tres mil duros no pudo menos de abrazar y besar a su yerno. El mismo D. Pantaleón, aunque refractario a estas frivolidades, pasó por la exposición para ver la obra de su hijo político.
Estas fueron siete galeras y cuatro galeotas; del resto se perdieron de 28 hasta 30 galeras de cristianos, entre las cuales se perdió la Capitana de Sicilia, donde se halló D. Gastón de la Cerda, hijo segundo de Su Excelencia, y D. Berenguer de Requesens, Capitán general de las dichas galeras de Sicilia; D. Juan de Cardona, su yerno, y otros muchos gentiles-hombres de casa de Su Excelencia, y una señora dueña, la cual tenía cargo de tener cuenta del dicho D. Gastón, y por este efecto se hallaron en la dicha jornada sus personas y sus galeras y sus hijos.
Y miraba en torno de él para ver si estaba cerca Desnoyers, creyendo causarle con esto una gran molestia. Pero el yerno seguía adelante, encogiéndose de hombros. ¡Abajo Napoleón! decía Julio. Y presentaba la mano inmediatamente, mientras el abuelo buscaba sus bolsillos.
La suegra volvió al Emperador, y le dió razon de lo que habia pasado con su yerno. Con esto se acabó la guerra de Asia en poco más de dos años; corto espacio de tiempo para tan señalados hechos, bastantes á ilustrar un siglo entero. Alojase el ejército en la Thracia Chersoneso, y Roger parte á Constantinopla.
Palabra del Dia
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