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Actualizado: 19 de junio de 2025


Parece que antes, el río como el lago, estaban infestados de caimanes, tan enormes y voraces que atacaban á las bankas y las hacían zozobrar de un coletazo.

Ya aparecían en los peñascos voraces lobos marinos, ya se veían revolando y cerniéndose a grande altura águilas o buitres de mayor tamaño y pujanza que los de Europa, ya seguían o cercaban la nave bandadas de enormes albatros, hostigados por el hambre y buscando alimento.

Aquella visita fue pesada y melancólica, y además muy molesta para Nieves, que estuvo incesantemente entre las miradas de los dos hermanos: las de Juanita, inquisidoras y mordicantes, y las de Manrique, voraces y hasta desvergonzadas. Se cruzaron pocas palabras entre los tres; y de esas pocas, las de Nieves fueron monosílabos; las de Juanita, impertinencias, y las de Manrique, sandeces. Don Gonzalo, que leía La

Padre, más de tres largas centurias transcurrieron y seguimos libando la hiel del padecer; huyó el león rampante, ensangrentado el lomo, pero vinieron águilas voraces en tropel . Y nuestro pueblo llora, porque es pesado el yugo y protestar no puede, porque es débil su grey, porque los ancestrales todos ya sucumbieron sin dejarnos su aliento, sin legarnos su fe.

Maltrana pensó que alguna vez la hoguera, falta de nuevos combustibles, se extinguiría poco a poco; y cuando sólo quedasen rojos tizones y las tinieblas voraces invadiesen el círculo de luz, vendría la gran pelea, la lucha en la sombra, el empujón arrollador de la muchedumbre, el asalto de los engendros de la obscuridad, para apoderarse de todas las riquezas de los felices: de los bagajes que contienen el bienestar, monopolizado por ellos; de las armas, que son su mejor derecho.

Encontró esos lugares tal cual los había dejado. La impasibilidad de la eterna Naturaleza lo lastimó como un insulto: si al menos algo hubiera sido destruido en la tierra; si al menos hubiera visto en su derredor los rastros de una devastación parecida a la que él sentía en su interior. Los montes seculares, las aguas perennes, voraces sepulcros de seres vivientes, permanecían inmutables.

Dela usted el pase, y adentro con ella...» «Poco a poco», respondo yo entonces, no a la modista, sino a ti, que lo has oído: «a la parte de allá de esa puerta hay mucho bueno; pero también mucho malo: lo uno y lo otro tienta y seduce por igual, y todo ello anda revuelto y salta a los ojos voraces, hecho una ensalada.

Su obrar activo, su espíritu y determinacion fueron sin duda los diques que contuvieron la velocidad con que corrian los progresos de la sedicion, y los que sofocaron las voraces llamas que habian comenzado á arder con demasiada violencia, agitadas por las dulces lisongeras ofertas de la libertad que prometian los edictos de Tupac-Amaru, esparcidos por sus comisionados en todas partes, los que no dejaron de penetrar hasta los corazones de los habitantes de la provincia del Tucuman, cuyos naturales empezaban ya á disponerse para admitir con gusto las turbaciones suscitadas en Chayanta y Tungasuca, no teniendo reparo en expresar publicamente lo muy grato que les seria el dominio de un dueño que aseguraba libertarlos de la opresion en que se consideraban.

¡Muy bien! respondió Nieves, fascinada por el lance, con los ojos voraces, la boquita entreabierta y palpitantes las rosadas ventanillas de la nariz. El barco había entrado en su andar desembarazado y franco; y ciñendo siempre para ganar terreno hacia fuera, no cesaba de inclinarse.

Hasta ahora hemos debido de tener por vanguardia una partida de gentes famélicas, á juzgar por la limpia de vituallas que han hecho en todo el camino. Desde que salimos de Dax trae á la grupa mi escudero un saco de exquisitas trufas, pero estad seguro de que no hallaremos una sola gallina ni un mal pollastre con que comerlas mientras no dejemos atrás á esos voraces merodeadores.

Palabra del Dia

lanterna

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