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Por eso, determinaos á pelear y acometámosles luego, porque ya que no les podamos romper, vienen tan cansados y tan embarazados con las armas que traen, que nos saldremos dellos y nos volveremos, sin que nos puedan alcanzar ni enojar. A lo menos no nos quejaremos de nosotros mismos por haber dejado de probar nuestra fortuna

¿Y la chalupa? preguntó Van-Horn. Volveremos a buscarla cuando podamos. ¿Y la encontraremos entonces? Confiemos en que no hayan dado con ella los piratas. Si la descubrieran, sería para nosotros un verdadero desastre. Como que no podríamos salir de esta tierra ni llegar a Timor. Vamos, amigos, antes de que lleguen los piratas o sus adversarios.

Mi ausencia será corta, pues mi cuñado trata de realizar su negocio, y nos volveremos en seguida; entretanto he dejado bien gratificado al guarda, con promesa de aumentar el premio, si á mi vuelta encuentro en perfecto estado el pequeño jardín que sombrea los dorados caracteres que señalan sobre el mármol el nombre de mi padre.

Pero no lo tendré: un mazo de cuartillas me espera sobre la mesa; he de leer una porción de libros, he de ojear mil periódicos... Me siento ante la mesa. El recuerdo de Sarrió acude a mi cerebro: nos hemos abrazado estrechamente. ¿Sarrió, ya no nos volveremos a ver más? , Azorín; ya no nos volveremos a ver más. Ha silbado la locomotora.

No volveremos a fatigar a nuestros lectores con los detalles de los preparativos que se hicieron entre los padrinos de ambos rivales.

Necesito creer dijo con toda la energía de su egoísmo maternal . Mi único consuelo es esperar que volveremos á encontrarnos en un mundo mejor; un mundo que no conozca las guerras ni la muerte... Pero de pronto me falta la confianza, y sólo veo la nada... ¡la nada! Soy muy digna de lástima, Miguel. Estas palabras no conmovieron al príncipe, á pesar de la desesperación que Alicia ponía en ellas.

Como el estanciero le seguía apuntando con el revólver y la expresión de su rostro no permitía duda sobre la posibilidad del cumplimiento de sus amenazas, el gaucho no osó echar mano á sus armas. Estaba seguro de recibir un balazo apenas intentase un movimiento agresivo. Después de mirarle con ojos rencorosos, se limitó á decir: Volveremos á encontrarnos, patrón, y hablaremos más despacito.

Confieso, amigo Ojeda dijo Maltrana , que siento la emoción del que ve ante la boca negra de una caverna y se pregunta: «¿Qué habrá dentro?...». Aquí, la caverna es azul y luminosa, pero la inquietud no por esto resulta menor... ¿Qué voy a encontrar más allá de esta isla? ¿Cuándo volveremos por aquí?

Ríanse del traje en buena hora, que en cuanto sean despachados los mosquitos que zumban más allá del caño de Sancti-Petri, volveremos acá y haremos que los redactores del <i>Semanario Patriótico</i> se vistan de papel impreso, que es la moda francesa que más les cuadra.

Probablemente ya no nos volveremos a ver. ¿Me guarda usted rencor? No, nunca, a pesar de que creo que tengo motivos. Entonces, ¡adiós! Me tendió la mano, yo alargué la mía y me la estrechó con fuerza. Al volver encontré a mi madre un poco excitada. ¿Qué te pasaba? la dije. Nada, que al verle entrar he creído que venía mi hermano Juan. ¿Eh? . ¿Tanto se parece? Es idéntico.