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Actualizado: 17 de junio de 2025


Por aquí se ve que la confección del ministerial tiene mucho de sublime, como lo entiende Longino. Dios dijo: Fiat lux, et lux facta fuit. Se sonrió un ministro, y quedó hecho un ministerial. Dios hizo al hombre a su semejanza, por más que diga Voltaire que fue al revés: así también un ministro hace un ministerial a imitación suya.

Corneille y Molière confiesan que deben mucho á los españoles, y Fontenelle, el sobrino de Corneille, dice que, en vida de su tío, era costumbre admitida recurrir á los españoles para los argumentos de las obras dramáticas, por su gran superioridad en esta materia; y Voltaire afirma expresamente que Francia debe á España su primera tragedia verdadera y su primera comedia de carácter.

Pero es porque el amor, en su forma exaltada, sólo es, como dice Voltaire, un cañamazo dado por la naturaleza y bordado por la imaginación. Ahora bien: el cañamazo, la belleza física, no resiste la tiranía del tiempo que imprime las tristes huellas de la decadencia; y la imaginación bordadora también acaba por sosegarse y quedar sustituída por una dulce y reflexiva calma.

Conviene, pues, para esto, que nuestro pesimismo, en vez de ser trágico, sea chistoso y cómico; como el pesimismo de Voltaire, que en el Cándido hace que nos desternillemos de risa, ó, mejor aún, como el de Cervantes, más gracioso todavía en el Quijote, y lleno de dulzura y de cristiana resignación, sin chispa de hiél ni de impiedad ni de odio.

Ahí únicamente se ha mostrado como era, capaz de novedades atrevidas y de sublimes invenciones; el resto no es más que un reflejo deslumbrador de los trágicos griegos y de los líricos sagrados. Después viene Voltaire, que él mismo constituía un tipo.

Es fama que al oirlas saltó Porras en el asiento, como lanzado por un resorte, y pidió la palabra para decirle a Voltaire cuanto era del caso.

Jesuítas, frailes y clérigos ordenan y dirigen, como en los mejores tiempos de Carlos II. Haber tenido por consejero a un conde de Aranda, amigo de Voltaire, es una vergüenza del pasado, sobre la que se hace el silencio.... , don Luis, dice usted bien: la monarquía es cosa muerta. Entre el país y ella hay la misma relación que entre un vivo y un cadáver.

Las frases de Voltaire, llamándole autor de la primera tragedia verdadera de la Europa moderna, y las de Corneille, en que confiesa que es el primero que escribió El Cid, han sido repetidas muchas veces, si bien no se han hecho ulteriores investigaciones acerca de su vida y de su influencia.

Allí tuvo que habérselas mi amigo con el mismísimo Voltaire. El célebre escritor no tardó en acudir al llamado de la pitonisa, y ésta escribió bajo la influencia del evocado espíritu, en castellano de gacetilla, y en estilo difuso y pesado, semejante al de los redactores de «La Nueva Revelación», no cuántas perrerías luteranas, contra la confesión auricular.

Federico el Grande de Prusia, escribía á Voltaire: «Esta Orden ha dado á Francia hombres del genio más elevado

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