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Actualizado: 17 de junio de 2025
Yo dije al conserje: eso que se ve en esa piedra, es la estátua de la malicia; la malicia es el talento de la ignorancia, y Voltaire, el jefe de la Enciclopedia, el primer revolucionario de su siglo, el Robespierre literario del mundo, la admiracion y el susto de la historia, Voltaire, señor conserje, es algo más que un ignorante. El conserje hizo un gesto agridulce.
Creo que el gusto es la gran escuela de las artes, y no me gusta ese mármol que miro, porque ahí Voltaire no parece un hombre de talento, sino una inteligencia maliciosa.
Además continuó con dulzura , usted me ha engañado, señor de Maltrana; usted se ha burlado de mí... No: ¡si no me enfado por ello! ¡si no le hago cargo alguno!... Yo le admití con gusto bajo mi techo, pero le indiqué que no podría vivir con Voltaire, Garibaldi y otros hijos del Malo.
El nuevo nombre que yo había adoptado como seudónimo se hizo célebre, y aun ayer, usted mismo lo admiraba, joven...» Al llegar aquí, un nuevo gesto de sorpresa interrumpió el relato. ¿No es usted, pues, el duque de C...? No repuso fríamente. Por mi parte, pensé: ¡Un hombre de letras célebre!... ¿Será Marmontel? ¿Será Alembert? ¿Será Voltaire?
Comedias de D. Juan Bautista Diamante, del hábito de San Juan, Prior y Comendador de Morón. Madrid, 1670 y 1674: dos tomos. Voltaire, á la verdad, nombra á Diamante en sus Comentarios á Corneille, pero nada dice de esta cuestión; no así el abate Arnaud, que lo menciona y describe, tal como es, en la Gazette litteraire de París, tomo II.
Eso no es justo, me dijo Farinelli. Y aquella tarde, en la habitación del Rey, leía versos franceses de un poeta que principiaba a hacerse célebre, de Voltaire, y que Farinelli recitaba con calor y entusiasmo, sobre todo, cuando llegó a este pasaje: Qui sert bien son pays n'a pas besoin d'aieux Bella máxima exclamó el Rey. Sí, señor repuso Farinelli; y es más bella todavía puesta en práctica.
Nos dirigimos al muelle de Voltaire, y á los pocos minutos entrábamos, cogidos del brazo, por el Puente Nuevo. Aquí presenciamos otra escena, de un interés muy superior. Los héroes de la nueva aventura son un campesino, su mujer y un muchacho como de veinte años, poco más ó menos.
Léanse con reflexion los escritos á que aludimos, despójeselos de algunas palabras altisonantes y enigmáticas, y no se encontrará en ellos nada que no dijeran á su modo Lucrecio y Voltaire. Y bien ¿á qué se reduce esa espontaneidad, esa inspiracion de que tanto se nos habla? Fijemos las ideas, consignando y clasificando los hechos.
AUTOR. Seré lo que a V. se le antoje. Aunque no he tomado a Voltaire por maestro, Voltaire me divierte, y los pesimistas alemanes me aburren. Voltaire, a pesar del Cándido, no era un pesimista radical. Voltaire, en el fondo, era tan optimista como Leibnitz, de quien quiso burlarse. Fácil me sería demostrarlo, si no estuviese de priesa.
El rey es aquí un pordiosero que nos pide limosna. Voltaire habla más, infinitamente más, que todo esto. Es una cuna sin sepulcro, un Oriente que no halló su ocaso. Luego vimos la tumba de Rousseau. Es menos tumba todavía que la de Voltaire. Sobre la pared de su sepultura tiene pintada una mano que empuña una antorcha, en significacion de que su inteligencia lo alumbra todo.
Palabra del Dia
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