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Actualizado: 28 de octubre de 2025
Pero si la propia religiosidad había volado, o se había escondido en pliegues recónditos del alma, donde él no la encontraba, don Víctor respetaba la piedad ajena.
Comienzan á virar, pues, engañados, Pensando que embocaban por el rio, Mas iban muchas leguas apartados Vencidos de su loco desvarío. En costa y tierra dieron desrumbados, A la fuerza entregados del gentío: Una ola á D. Pedro le ha volado, Y el mar profundo y bravo le ha tragado. Los demas pasageros han salido A tierra, su miseria lamentando.
Reginaldo, que tanto interés tomaba en la política, y a menudo había ocupado un asiento en la galería de las cámaras, me mostraba los políticos que iban pasando; pero mis pensamientos estaban en otra parte, habían volado hacia donde se hallaba mi amor perdido.
Esto traía volado al raquero, que no sabía cómo deshacerse de él; pues ni regalarle quería, ni tirarle al mar, sin indemnizarse de los peligros que corrió al trincarle en la cámara de popa de un buque de gran porte.
Es muy probable que ya ninguno de los parientes viese en su prima la belleza que, en efecto, había volado; pero algunos fingían, con mucha delicadeza en el disimulo, ocultar todavía una hoguera del corazón bajo las cenizas que el deber y las buenas costumbres echaban por encima.
Aquel día no se despejó más incógnita que la calva del buen señor. Fuera ya del colegio, se trató de sujetarle en casa y se le puso bajo llave, pero a la mañana siguiente se encontraron colgadas las sábanas de las ventanas; el pájaro había volado; y como sus padres se convencieron de que no había forma de contenerle, convinieron en que era preciso dejarle. De aquí fecha la libertad del lampiño.
Su expresión de tristeza era tal, y le hacia tan raro, que el joven no pudo menos de preguntarle: ¿Qué tiene usted, don Gil? ¡Ay, don Lázaro, qué iniquidad! Se ha marchado. ¿Ve usted qué iniquidad? ¡Yo, que la quería tanto! ... Lázaro comprendió que doña Leoncia, el avecilla vizcaína, había volado. ¿Pero cómo ha sido eso? ¿Qué motivo...?
Las opiniones fueron diversas, y se dudaba si el buque volado era el Santa Ana, el Argonauta, el Ildefonso o el Bahama. Después se supo que había sido el francés nombrado Achilles. La expansión de los gases desparramó por mar y cielo en pedazos mil cuanto momentos antes constituía un hermoso navío con 74 cañones y 600 hombres de tripulación.
¡El alma murmuró, inclinando su cabeza sobre el pecho ya ha volado! No dijo Teodoro, tocando a la Nela . Aún hay aquí algo; pero es tan poco, que parece ha desaparecido ya su alma y han quedado sus suspiros. ¡Dios mío!... exclamó la de Penáguilas, empezando una oración. ¡Oh!, ¡desgraciado espíritu! murmuró Golfín . Es evidente que estaba muy mal alojado.... Los dos la observaron muy de cerca.
No experimentó ni sorpresa ni pesar. La sangre le subió hasta el cerebro y todo concluyó. Su cabeza no era más que una jaula abierta de la que la razón había volado. Pasó las últimas horas de la noche apoyado sobre un cadáver que se enfriaba gradualmente. Cuando le Tas fue a ver si su hermosa prima se había despertado, oyó a través de la puerta un grito estridente como el canto del grajo.
Palabra del Dia
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