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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Fuéron restituidas á Candido y á Cacambo las armas que les habian quitado, y con ellas los dos caballos andaluces; y Cacambo les echó un pienso cerca de la enramada, sin perderlos de vista, temiendo que le jugaran alguna treta. Besó Candido la sotana del comandante, y se sentaron ámbos á la mesa. ¿Con que es vm. Aleman? le dixo el jesuita en este idioma. Sí, padre reverendísimo, dixo Candido.
Con toda mi alma, dixo Candido, y la levantó del suelo. Ahora quiero que me la ponga, continuó la dama, y Candido se la puso. Mire vm., repuso la dama, vm. es extrangero: á mis amantes de Paris los hago yo penar á veces quince dias seguidos, pero á vm. me rindo desde la primera noche, porque es menester tratar cortesmente á un buen mozo de Vesfalia.
Despidiéronse en fin ámbos curiosos de Su Excelencia, y al volverse á su casa dixo Candido á Martin: Confiese vm. que el señor Pococurante es el mas feliz de los humanos, porque es un hombre superior á todo quanto tiene. ¿Pues no considera vm., dixo Martin, que está aburrido de quanto tiene?
Caballero, le dixo uno de los azules, los sugetos de su facha y su mérito nunca pagan. ¿No tiene vm. dos varas y seis dedos? Sí, señores, esa es mi estatura, dixo haciéndoles una cortesía. Vamos, caballero, siéntese vm. á la mesa, que no solo pagarémos, sino que no consentirémos que un hombre como vm. ande sin dinero; que entre gente honrada nos hemos de socorrer unos á otros.
Sin duda, dixo Candido. Pues bien, continuó Martin, si los milanos siempre han tenido las mismas inclinaciones, ¿porqué quiere vm. que las de los hombres hayan ariado? No, dixo Candido, eso es muy diferente porque el libre albedrío..... Así discurrian, quando aportáron á Burdeos. De los sucesos que en Francia aconteciéron á Candido y á Martin.
A esta pregunta creo sin duda, que perdí la color del rostro, porque en un instante imaginé y dixe entre mí: si es este alguno de los poetas que puse, ó dexé de poner en mi Viage, y viene ahora á darme el pago que él se imagina se me debe? Pero sacando fuerzas de flaqueza, le respondí: yo, señor, soy el mesmo que vm. dice: qué es lo que se me manda?
cosa para mi mas odiosa que mis librillos á Almendares y mis Comedias á Cervantes. »Si allá murmuran de ellas algunos que piensan que las escribo por opinion, desengañeles Vm. y dígales que por dinero.» Carta sin fecha: «Estos dias he escrito un libro que llamo Pastores de Belen, prosa y versos divinos á la traza de La Arcadia.
Despues que vm. partió deste lugar, me han sucedido muchas desgracias, y me he visto en grandes aprietos, especialmente por consumir y acabar los poetas que iban naciendo de la sangre de los malos que aqui murieron, aunque ya, gracias al cielo y á mi industria, este daño está remediado.
Sea lo que fuere, dixo Candido, un consuelo tengo, y es que á veces encuentra uno gentes que creía no encontrar nunca; y muy bien, podrá suceder que después de haber topado á mi carnero encarnado y á Paquita, me halle un dia de manos á boca con Cunegunda. Mucho deseo, dixo Martin, que sea para la mayor felicidad de vm.; pero se me hace muy cuesta arriba.
Yo se el camino, y le llevaré á vm. á su reyno; y tendrán mucha complacencia en poseer un capitan que hace el exercicio á la bulgara; vm. hará un inmenso caudal: que quando no tiene uno lo que ha menester en un mundo, lo busca en el otro, y es gran satisfaccion ver y hacer cosas nuevas. ¿Con que tu ya has estado en el Paraguay? le dixo Candido.
Palabra del Dia
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