Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 24 de junio de 2025


La viuda había empeñado y perdido para siempre un centenar de hanegadas de tierra de arroz que le producían muy buenos cuartos, para adquirir aquella ratonera brillante y frágil, a la que puso el título de Villa-Conchita, no sin protestas ni rabietas de Amparo.

Al cabo de cinco minutos, Catalina abrió la puerta, y apareció junto con su marido en el jardín. ¡Vos aquí, Marta, a estas horas! dijo . ¿Os han obligado a salir del castillo antes que fuera de día? La viuda le echó los brazos al cuello, la atrajo a su pecho y le murmuró: ¡Catalina! ¡ah, Catalina! ¡Dios me ha dado la victoria!

841 A la viuda, en cuanto pude, un trapo le manotié; busqué la ruda y al pie, puesto en cruz, hice mi rezo; pero, amigos, ni por eso de mis males me curé. 842 Me recetó otra ocasión que comiera abrojo chico; el remedio no me esplico, mas, por desechar el mal, al ñudo en un abrojal a ensangrentarme el hocico.

Me llamo Teodoro, y fuí amanuense en el Ministerio de la Gobernación. En aquel tiempo vivía yo en la travesía de la Concepción, número 106, en la casa de huéspedes de doña Augusta, la espléndida doña Augusta, viuda del comandante Marques.

Al año siguiente, sobreseída la causa, vivía el hombre en Chamberí, y según la cháchara del barrio, muy á lo bíblico, amancebado con una viuda rica que tenía rebaño de cabras y además un establecimiento de burras de leche. Cuento todo esto como me lo contaron, reconociendo que en esta parte de la historia patriarcal de Bailón hay gran obscuridad.

Doña Lupe creyó que no la reconocería, pues sólo se habían hablado una vez en la función del Asilo; pero la reconoció, y aun la nombró, porque Guillermina era como los grandes capitanes, que tienen memoria felicísima de nombres y fisonomías, y soldado con quien hablan una vez, no se les despinta. «Mi sobrina» dijo la viuda presentándola, y Guillermina la miró sonriendo. «No me es desconocida su cara... la he visto en las Micaelas... Por muchos años». En seguida dirigiose a Mauricia, apoyando ambas manos en la cama. «¿Y qué tal te encuentras hoy? ¿Comerías algo?... Nada, este chubasco te pasará pronto.

Por fortuna, con las campanadas de las ocho terminaba la recepción: aquí eran los apuros entre las mujeres. Ninguna quería ser la primera en levantarse. Llamábase este acto romper el chivato. A la postre se decidía alguna a dar esta muestra de coraje, y acercándose a la no siempre inconsolable viuda, le decía: ¡Cómo ha de ser! Hágase la voluntad de Dios.

Al comienzo todos la creyeron viuda; no era sino una virgen vetusta que consumía su corazón y su virginidad en el ara de un ideal remoto e imposible, como esas lámparas de la devoción que se extinguen tristemente ante una hornacina olvidada.

Doña Hermenegilda, que así se llamaba la dueña, era viuda de un guarda-montes de la Borunda y había tenido siete hijos, de los cuales, a excepción del más pequeño, que emigró a las Américas, no quedaba ninguno por haberlos absorbido todos sucesivamente las distintas guerras de la Península, desde la famosa de la Independencia hasta la de los agraviados en Cataluña.

Luego, yo he dicho la verdad, y la que falta ahora a ella, sin duda con muy buen fin, es mi señora tía. ¿Quién es aquí el cuerdo y quién no lo es?». Pues repito que eso del estado interesante es una papa dijo la viuda llena de confusión . Alguien ha querido darte un bromazo, que por cierto es de muy mal gusto. Yo le juro a usted que con nadie he hablado de este asunto, absolutamente con nadie.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando