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Actualizado: 5 de junio de 2025
25 He aquí que vienen días, dijo el SE
Cuando Baldomero regresó a unirse con los viajeros, éstos habían terminado la operación de lavarse y de telegrafiar a las familias y se encontraban rodeados de amigos de Melchor que le acribillaban a cumplimientos y a preguntas. ¡Caballeros! exclamó Baldomero los que quieran noticias pueden ir al telégrafo... estos señores vienen a divertirse y no a contar cuentos.
Vean, oigan esto... Un buen día, viene a verme mi hermana... Dicho sea de paso, ella hacía causa común con toda esa gentuza... Entra, pues, en mi aposento, mostrando en sus labios la sonrisita falsa que adoptan las solteronas cuando se hace alusión delante de ellas a la manera cómo vienen al mundo las criaturas. Tengo que hablarte, Jorge me dice, tosiendo afectadamente, sin mirarme.
¡Cien veces lo volvería a hacer! No tengo la culpa de que te hayan quitado el destino, ni de que tu madre descuide sus quehaceres. En más altas cosas me empleo. ¿Vienen males del Señor sobre la casa? Paciencia y resignación. Rico era Job y fue paciente y resignado cuando se vio pobre y zaherido; pero no perdió la fe.
Los otros andan como avestruces detrás de la marquesa: el capitán, el italiano, el empleado del gobierno que lleva los papeles; ¡todos locos, y mirándose como perros!... Y el marido no ve nada; y ella se ríe de ellos y se divierte en hacerlos sufrir... Yo creo que ningún hombre de los que vienen á la casa le gusta. Celinda no parecía tranquilizarse con tales palabras.
Había hablado con pasión. Sentía fuego en mis mejillas y de repente me avergoncé al pensar que había descubierto así delante de él el fondo de mi corazón. Me oculté la cara entre las manos, luchando contra las lágrimas. Cuando me atreví a levantar la cabeza, él estaba delante de mí, mirándome fijamente, con ojos chispeantes. Criatura dijo, ¿de dónde te vienen esas ideas?
Facundo las recibe con bondad, las hace sentar en torno suyo, las deja recobrarse e inquiere al fin el objeto de aquella agradable visita. Vienen a implorar por la vida de los oficiales del ejército que van a ser fusilados.
De aquellos que se huyen en llegando, El General Candish cuatro ha ahorcado, Otros cuatro se vienen, que velando Estuviesen las boyas ha mandado. Huyéronse á nosotros, procurando Escapar con la vida; que enojado Está Candish, por ver el desbarate Que hicieron, por dar aquel combate.
Pero nadie le respondió, y después de manotear en el vacío, creyendo que andaba, cuando en realidad no daba un paso, el desdichado guerrillero cayó al suelo, exclamando: ¡Hijos míos!... ¡Catalina!... ¡Ya vienen!... ¡Nos hemos salvado!...
En una palabra: me imaginé que Castro Pérez era uno de esos abogados viejos, repletos de latines, que se saben de memoria las Partidas, que tienen pujos de canonistas, y que escriben errar con «h»; «teólogos de capote», como los llamaron «in illo témpore»; peritos en las triquiñuelas jurídicas, pero vacuos de todo lo demás; habilísimos para ocultar su ignorancia, y desdeñosos de cuanto no entienden; que miran a todo el mundo con aire de protección, y que apareciendo graves y sesudos, mostrándose inaccesibles y huraños pasan por unos portentos y vienen a ser, en pueblos y ciudades como Villaverde, señores de vidas y haciendas.
Palabra del Dia
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