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Actualizado: 8 de junio de 2025


Cuando hubo colocado sobre la cama todo lo necesario para la vestimenta del maestro, pasó revista a los numerosos objetos, convenciéndose de que nada faltaba. Luego se plantó en el centro del cuarto, y sin mirar a Gallardo, como si hablase consigo mismo, dijo con voz bronca y cerrado acento: ¡Las !

La defendían del tiempo su ingenio, su elegancia, su refinado gusto en artes de vestimenta y la simpatía que sabía inspirar a cuantos no la trataban de cerca. Todas estas cualidades subyugaban por igual el espíritu de Rosalía Bringas; pero la que descollaba entre ellas como la más tiránica era el exquisito gusto en materia de trapos y modas.

En efecto, podia el noviciado ser de un año, y sin embargo continuar el religioso sin tonsura y con el mismo hábito de noviciado hasta que se cumpliese otro año de probacion. De esta manera puede esplicarse el cánon 34 citado que manda no se fácil ingreso á los novicios en el monasterio, y que no se abran coronas ni cambien de vestimenta hasta hacer profesion terminado el año de prueba.

Y el maldito cosmopolitismo contemporáneo, con su furia igualadora, por doquier invade con su sempiterno cant, su horrible vestimenta, la superficialidad de costumbres incoloras haciendo desaparecer, merced al adelanto de las vías de comunicación, el encanto de lo natural, de lo local, el hombre con su historia y sus costumbres, según la latitud en que se encuentra.

El malhadado maese Rampas se hallaba á corta distancia del lugar donde él lo dejara, gimiendo, pateando y desesperándose más que nunca y lo que era peor, sin el hábito, ni más vestimenta que una cortísima almilla y los zapatos.

Su vestimenta se compone de una manta muy grosera: el país abunda en caza. La costa de la Tierra del Fuego en este parage consta de diferentes montecitos cubiertos de arena. Desde la expresada boca, y á unas diez ú once leguas, se encuentra otro, á cuyo lado meridional sale una punta de tierra cuya costa tira al S, y se nombra el Cabo Nasau. En la costa septentrional se puede fondear en 15 brazas.

En realidad, no era gran cosa, pues andaba por el buque ligero de ropa, con el impudor de un hombre que ve mal y se considera más allá de las preocupaciones humanas. Una camisa con el faldón siempre flotante y unos pantalones de sucio algodón ó de bayeta amarilla, según las estaciones, eran su vestimenta.

Esta ira, consejera tremenda, tal vez los ha persuadido de que era menester que los pueblos sudaran sangre bajo la presión divina, y ha traído a sus encarnizados ojos la visión de Isaías; y han visto y han hecho ver a sus secuaces fanáticos al manso Cordero convertido en vengador inexorable, descendiendo de la cumbre de Edón, soberbio con la muchedumbre de su fuerza, pisoteando a las naciones como el pisador pisa las uvas en el lagar, y con la vestimenta levantada, y cubierto de sangre hasta los muslos. ¡Ah no, Dios mío!

A la puerta de un café, el Nacional contemplaba con toda su familia el paso de la cofradía. «¡Superstisión y atraso!...» Pero él seguía la costumbre, viniendo todos los años a presenciar la invasión de la calle de las Sierpes por los ruidosos «macarenos». Inmediatamente reconoció a Gallardo, por su esbelta estatura y el garbo torero con que llevaba la vestimenta inquisitorial.

Vió verdaderos hombres, cuyo aspecto vigoroso no se prestaba á equívocos, y que, sin embargo, marchaban sin el embarazo de las faldas. Estos hombres iban casi desnudos, al aire su fuerte musculatura, y sin más vestimenta que un corto calzoncillo. Todos ellos mostraban la pasividad resignada, la fuerza brutal y sin iniciativa de las bestias de labor.

Palabra del Dia

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