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Además, para vestir a Julia con elegancia, para proporcionarle una educación brillante, no le dolía gastar todo su caudal, ni aun sacrificar sus propias comodidades. Mientras estuvo en Sevilla pudo competir en vestidos y sombreros con las hijas de las familias más aristocráticas. A esto se debía, por supuesto, la gran merma que sobrevino en la hacienda que el brigadier la había dejado.

Un grito de alegría feroz se escapa de los labios de Juan. Entonces, ven... pero ven corriendo... La diligencia se detiene sólo un cuarto de hora. Nadie nos verá más que Franz Maas... pero él no nos hará traición. Cuando llegues a la ciudad te comprarás vestidos... ¿Eh? ¿qué es eso? El molino se anima.

Es implacable el odio que les inspiran los hombres cultos, e invencible su disgusto por sus vestidos, usos y maneras.

Nos resolvimos por fin, y al penetrar en un portal, que más bien anunciaba la casa de un noble que el almacen de un comerciante, vimos dos lacayos vestidos de librea. Naturalmente, creimos que aquellos dos lacayos esperaban á sus señores, á quienes suponiamos ocupados en hacer compras. Creiamos mal.

Ha debido caer á unos trescientos metros dijo René tranquilamente. El senador, espíritu impresionable, sintió de pronto una confianza heroica. No valía la pena ocuparse tanto de la propia seguridad cuando los otros hombres, iguales á él aunque fuesen vestidos de distinto modo , no parecían reconocer el peligro.

En cuanto al grupo de paisanas que aguardaban el toque de oraciones, sus vestidos originales y pintorescos realzaban la gracia y sencillez de sus fisonomías inocentes.

Sale el RIO DUERO con otros muchachos vestidos de rio como él, que son tres riachuelos que entran en DUERO. Madre y querida España, rato havia Que hirieron mis oidos tus querellas, Y si en salir acá me detenia Fue por no poder dar remedio á ellas. El fatal, miserable, y triste dia Segun el disponer de las estrellas Se llega de Numancia, y cierto temo Que no hay dar medio á su dolor extremo.

Celébranse las bodas de los dos Príncipes disfrazados, y al acabarse la primera parte de la comedia aparece España triunfante, no con vestidos de duelo, hollando bajo sus plantas á sus enemigos, y profetiza las glorias del reinado de Fernando y de Isabel.

Detrás de los sacerdotes, arrodillados, rezando también, había una multitud de hombres y de mujeres vestidos de luto. Aquellas mujeres y aquellos hombres eran los cómicos de los coliseos de Madrid. Al fondo de la sala, junto á la puerta de entrada, silenciosos y graves, había algunos hidalgos.

Entonces Atalía rasgó sus vestidos, y dijo: ¡Conjuración, conjuración! 14 Y sacando el [sumo] sacerdote Joiada los centuriones y capitanes del ejército, les dijo: Sacadla fuera del recinto; y el que la siguiere, muera a cuchillo; porque el sacerdote había mandado que no la matasen en la Casa del SE