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Al principio no vió nada; pero lentamente, empujado por la curiosidad de los que estaban detrás de él, fué abriéndose paso entre los cuerpos sudorosos y apretados, hasta verse en primera fila. Algunos espectadores estaban sentados en el suelo, con la mandíbula apoyada en ambas manos, la nariz sobre el borde de la mesilla y la vista fija en los jugadores, para no perder detalle del famoso suceso.

De muy antiguo databa la resolución del Consejo de que siempre que saliera gente de a caballo de la ciudad, en servicio del Rey, «hubiese de ser su caudillo o adalid descendiente del noble Blasco Ximeno, el reptador, e no de otro linaje. Otrosí su pendonero o alférez». En la antigua iglesia de San Pedro puede verse la capilla de los Serrano y sus blasonados sepulcros vetustamente roídos.

Señora dijo, se da usted una pena inmensa por simples quimeras... Cálmese... Fíe en mi buena amistad y en mi delicadeza. Me portaré de manera que no haya de verse turbada su tranquilidad... Le prometo abreviar todo lo posible mi estancia en Val-Clavin.

Eran gentes acostumbradas a verse todos los días, siempre las mismas, a idéntica hora, y sentían revuelta su curiosidad cuando un rostro extraño alteraba la monotonía de su existencia. Retirábase hacia el fondo del claustro, cuando algunas palabras de los mendigos le hicieron retroceder. Ahí viene el Vara de palo viejo. ¡Buenos días, señor Esteban!

Me admiro de que un señorito como usted pueda aguantar todo el año aquí, sin moverse de estas montañas fieras.... ¿No se aburre? El marqués miraba al suelo, aun cuando en él no había cosa digna de verse. La idea del capellán no le cogía de sorpresa. ¡Salir de aquí! exclamó . ¿Y a dónde demontre se va uno?

Hay catástrofes financieras terribles... Sin ir tan lejos, mi padre, cuya fortuna consiste, en su mayor parte, en la fábrica de cristales, podría verse comprometido por alguna desgracia imprevista...

¡Figlia mia!... ¡Mia figlia!... aullaba, con la cabellera suelta y los ojos abultados por el llanto. Había perdido en el momento del naufragio una niña de ocho años, y al verse en el vapor francés se dirigió instintivamente hacia la proa, en busca del mismo lugar que ocupaba en el otro buque, como si esperase encontrar allí á su hija.

Falta lo mejor. Sigue, sigue: ¿y qué te dijo? Hombre, hay cosas que no se pueden explicar punto por punto. Ya comprendes la diferencia que hay de estar una mujer cariñosa, que le rebose la satisfacción de verse querida, a estar fría, esquiva, como a quien no se le importa nada del hombre que tiene al lado.

Desde entonces he tenido ocasión de ver, en otro clima distinto al de Francia, cómo disminuye la hostilidad repentinamente entre enemigos que acaban de despojarse de sus vestidos, con los cuales han adquirido la costumbre de verse y odiarse.

Habituados a verse, Jaime la saludaba con una sonrisa, y ella parecía contestarle tímidamente con el brillo de sus ojos. Una mañana, al salir de su cuarto, encontró a la inglesita en un rellano de la escalera. Inclinaba su busto de muchacho sobre la barandilla. ¡Liftlift! gritaba con su vocecita de pájaro, avisando al encargado del ascensor para que lo subiese.