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Actualizado: 13 de junio de 2025


-Eso haré yo, señora condesa Trifaldi, de muy buen grado y de mejor talante, sin ponerme a tomar cojín, ni calzarme espuelas, por no detenerme: tanta es la gana que tengo de veros a vos, señora, y a todas estas dueñas rasas y mondas.

"Yo he puesto diligencia en mis agueros Y hallo buen presagio en cuanto veo, Y espero que saldrán bien verdaderos, Cortados á medida del deseo: Y veros tan valientes y guerreros, Cual lo sois, y siempre yo lo veo, Me pone nuevas fuerzas y me anima A conquistar los Charcas, Cuzco y Lima."

Os engañáis; el rey tendrá ocasión de veros con mucha frecuencia. ¿Como esposo vuestro? Por eso no tiene el rey que veros. Pero como capitán de la guardia española. ¡Ah! ¡conque yo soy capitán! Tal vez después de saber quién sois, no queráis ser soldado: Por el contrario, señora, tengo obligación de servir al rey.

¿No habéis sido puesto en libertad? ¿No necesitáis licencia del rey para partiros esta misma noche de Madrid? ¡Ah, ! ¡Es cierto! Pues vamos. Vamos. Esperad, esperad; allá, en aquella esquina, medio agoniza un farol delante de una imagen; vamos allí, don Juan, quiero veros el rostro. Esta fué una intimación indirecta al joven para que se dominase, para que compusiese su semblante.

¡Y don Francisco! ¡ah! ¡don Francisco! ¡Pero explicáos por Dios, Dorotea! Quevedo no os ha llamado á mi casa para veros, sino para que yo os viese. No os entiendo. ¡Quevedo, Quevedo! ¡Ah! ¡Maldito sea! ¡Pero explicáos, Dorotea, explicáos por Dios, que no os entiendo! Ese hombre, ese Quevedo... parece que lee en mi alma, lo que en el alma está oculto; parece que adivina.

Y no hay que pensar en el remedio de lo que ha sucedido, que no le tiene; que mi señora no cesará hasta que casado os vea con doña Margarita, y veros casado con ella, para ella será la muerte; que no podrá resistir al desesperado dolor de sus amores malogrados; que aunque yo no entienda cómo tan presto han llegado a pasión mortal estos amores malhadados, tales son para mi señora, que mataranla perdidos y sin esperanza de ser logrados.

Porque si fuérais su majestad... ¡oh! ¡Dios mío! moriría de una manera doble... y perdonadme, señora... pero necesito hablaros de mi amor por la última vez: si sois la reina, mi lealtad, mi deber, me obligan á sufrir, á callar, á guardar para solo este amor que yo no he buscado... y luego, ¡al veros de otro hombre!... ¡casada!... ¡oh, Dios mío!... ¿Pero es posible que me améis de tal modo?...

Lo que está hecho ya está hecho, y debéis sufrir los efectos de mi maldición. Mi palabra es sagrada; y si la retirase, me desconocería á mismo.... Pero ya que he venido á veros, no quiero irme sin dejar un recuerdo de mi visita.

El ser ciego y no andar con palo; me con una esquina en las narices. Dicen que sois hombre de ingenio. Eso he oído decir; pero acontéceme, señor, que ahora que estoy hablando con vuestra majestad, no me le hallo; si alguna vez tuve ingenio me lo han robado. Dijéronme que os era urgentísimo hablarme. Y tan urgente, señor, que solamente con veros se me ha pasado la urgencia.

Estas palabras no eran las más á propósito para tranquilizarme, y le rogué que se sentara y se explicase. Tras las desgracias que me suceden me dijo , hubiera sido la última la de no poder veros. Tranquilizáos, y decidme después por qué hubiera sido una desgracia para vos el no haberme visto. Porque una persona muy principal á quien temo mucho, me ha encargado que os vea. ¿A ? ¿para qué?

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